Cine

Cloud Atlas: Escape a la libertad

Por Luciano Mariconda

Ante esta película, conviene ser lógico e inteligente. Cuando aparece una obra como Cloud Atlas -tan ambiciosa, exagerada y vasta- se tiende a caer en una mirada cínica, ciega y algo destructiva. Este film exige una visión que construya, que sea edificante sobre lo que se ha visto. Se trata de un furioso desprendimiento de celuloide transformado en una odisea fílmica de casi tres horas de duración. Más allá del resultado final (que generará discusiones entre los que la odien y los que la amen) Cloud Atlas pertenece a esas pocas películas que tienen un objetivo tan enorme como finalmente admirable: hay en su afán, la necesidad de cubrir al universo entero (y a toda la Historia: pasado, presente y futuro) con su propia visión del mundo.

De esta exuberancia se jacta el film de Andy y Lana Wachowsky (que venían de hacer la excelente y subestimada Meteoro) y Tom Tykwer (el director de Corre Lola Corre y Agente internacional). Antes de comentar el argumento, conviene relatar una escena por demás interesante. En una fiesta, el editor de un libro le dice a su autor: «¿qué es un crítico sino alguien que lee rápidamente, con arrogancia pero nunca con sabiduría?». El único crítico en la sala, a los minutos, es arrojado desde una terraza hacia el vacío. Este combate entre los directores de Matrix y la crítica no es nueva: desde los tiempos de la saga de Neo se observaba que Andy y Larry (Lana antes de cambiarse de sexo) se mostraban poco interesados por hablar con la prensa. Pero la secuencia no parece ser un sinsentido ya que a partir de ese momento el film se siente libre, despreocupado.

Ahora si, todo el argumento de Cloud Atlas es inútil de contar en un sólo párrafo. Se podría decir que hay seis historias que se superponen en diferentes tiempos y espacios. Una transcurre en un barco esclavista en el siglo XIX que navega en unas islas del Pacífico Sur; otra en Londres antes de la Segunda Guerra Mundial; la tercera se ubica en San Francisco durante los años 70; la cuarta transcurre en el presente; y las otras dos tienen lugar en un mundo futurista: en «Neo Seúl» y en una isla hawaiana tras un hecho apocalíptico llamado «La caída». Así de extremo, de opulento es lo que propone el film.

Los directores se reparten las historias: Andy y Lana Wachowski dirigen las historias de época (es decir, la del buque y las dos futuristas) mientras que Tykwer las que se centran en el siglo XX y XXI. Las de Tykwer están muy bien, ya que funcionan como pequeños ejercicios de género: desde de un melodrama pasando por una historia de espías y conspiraciones hasta la extraña historia de un editor encerrado en una especie de asilo. Las de los Wachowski son más previsibles y más acordes al cine que realizan desde la saga de Matrix (con sus méritos y fallas).

Sin embargo, a pesar de estas seis líneas narrativas, cada una de ellas se encuentra tratada con extremo cuidado y claridad. Todas relatan, en su escencia, lo mismo: la búsqueda de la alguna clase de libertad. Esta lucha, como dicta el clasicismo, presenta héroes y villanos. Entonces, cada una de estas historias está sujeta a a la estructura de la aventura, en la que las oposiciones entre los buenos y malos es clara y directa, como en la literatura más tradicional (no es casual que se nombre en algún momento a «Moby Dick» y que uno de los relatos muestre personajes sacados de la obra maestra de Melville). Es un gran logro la fluidez que adquiere la película ya que no son muchos los films que pueden tejer tantas tramas sin que ninguna pierda el interés.

No es sencilla la tarea de llevar a cabo estas seis historias pero sin dudas Cloud Atlas lo hace de forma muy interesante. En sus tres horas no parece haber lugar ni tiempo para la desconcentración narrativa. En este sentido, es interesante el trabajo del montaje paralelo. Los directores interrumpen el desarrollo de una historia para seguir con la otra. Sin embargo, este corte se halla realizado de una manera tan inteligente que se quiere saber cómo continúa mientras otro relato está desarrollándose. Cloud Atlas termina adquiriendo un sentido mecánico envidiable.

http://youtu.be/FTVixRj1IV0

Lo que se observa a lo largo del film es la repetición de los actores en otros personajes. Por ejemplo, Tom Hanks aparece en casi todos los relatos haciendo diferentes interpretaciones, lo sucede mismo con Hugh Grant, Halle Berry y Hugo Weaving (quien hace de una malvada mujer en una de las historias y de un extraño demonio en otra). Posiblemente en este punto el film sea menos interesante. El propósito termina siendo el mismo que el que promueve su mensaje principal, es decir, que el mundo está conectado a través de personas, objetos y reencarnaciones. Si la película ya lo dice (de forma básica y con numerosas sobreexplicaciones) también lo muestra y se enorgullece de hacerlo. Esta carencia de sutilezas es lo que más hará enojar a los detractores de la película, y hay que decir que sin dudas, algo de razón tendrán.

Sin embargo, a pesar de sus fallas, hay que darle una oportunidad a Cloud Atlas, un film más interesante y logrado de lo que parece. Es ambicioso, su discurso humanista puede llegar a cansar, la estética new age nunca es del todo interesante, si, parece un chiste el hecho de maquillar a actores y colocarlos en situaciones absurdas. No son muchos los que se animan a hacer una locura como esta: es arrojarse al vacío, es sentirse libre.

Luciano Mariconda

Hawks, Bresson y Tom Cruise. Eterno apasionado por toda la experiencia cinematográfica e interesado en otras disciplinas artísticas. Siempre en movimiento.