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Girls, la serie que cuenta nuestra historia

Por Victoria Barberis

El disparador de toda serie es la infelicidad. Acompañamos a los personajes durante las largas temporadas que duran sus quimeras y un día, cuando el sueño se cumple, el guion se acaba. No hay grandes historias sin la búsqueda incesante de la felicidad, porque ese vacío nos hace apoderarnos de los personajes, porque allí donde todo sale mal sus vidas son también nuestras vidas, porque buscamos todo el tiempo alguien que en algún lugar esté contando nuestra historia, una historia imperfectamente real.

La trama de Girls es ese interrogante inmutable, es la transición entre la universidad y la vida adulta, llena de promesas que poco a poco comienzan a fallar. Es la tediosa búsqueda de una existencia plena que nunca llega, de relaciones que jamás resultan como en los cuentos, de deseos que tardan eternidades en volverse realidad al punto de enterrar toda esperanza. Vicisitudes de la juventud que se harían insoportables sin una buena dosis de férrea amistad.

La serie escrita, dirigida y protagonizada por Lena Dunham es una genial inyección de realismo puro, una mirada sin censuras al mundo no tan encantador de la gran ciudad, al sexo y a las relaciones humanas. Las escenas de la cotidianidad se muestran así como son, crudas, ingratas, insoportablemente reales. Girls nos promete contarnos nuestras propias historias, y cumple con su cometido poniendo en pantalla a cuatro mujeres tan imperfectas como cualquiera, por momentos encantadoras, por momentos insufribles.

La segunda temporada tiene una presencia más marcada del rol principal, interpretado por Dunham. De alguna manera, el guion se va ajustando a las fortalezas de cada uno de los personajes, dejando siempre a la vista una porción de  la intimidad de cada uno, sin reservas. Además, es preciso hacer mención a los roles de Adam (Adam Driver) y de Elijah (Andrew Ranells), quienes conforman, cada uno por su parte, dos excelentes duplas actorales junto a Lena. En el caso de Adam, es interesante el desarrollo que ha tenido a lo largo de la serie, y cómo ha evolucionado conforme fue pasando el

tiempo. El punto fuerte sigue siendo la combinación de estos jóvenes con la perspectiva de la vida desde Brooklyn, una vista neoyorkina que no se parece en nada a lo que muestran las comedias.

Se trata de una trama pensada para aquellos que jamás creyeron que vivir en la grandiosa ciudad de Nueva York implicaría ir de compras y tomar café en algún lugar cercano a Central Park. Girls es solo para aquellos que aprecian el humor en lo trágico de la vida, para quienes necesitan que les hablen de realidad. Girls es la voz de toda una generación que no se deja encantar por el sueño americano sino que busca productos que, más que definirla, cuenten su historia tal como es sin pudores. El desafío es, entonces, lograr que este estandarte perdure durante la segunda temporada y las que vendrán.

Si hablamos de desafíos, es preciso destacar la agudeza con la que Lena Dunham logró introducir los temas propios de la vida cotidiana, especialmente aquellos que se eluden por tratarse de ciertos tabúes, en una televisión que en la actualidad se sobrecarga de efectos especiales, grandes superproducciones al mejor estilo hollywoodense y una inagotable vorágine por lograr que los espectadores no resistan esa fatídica semana hasta que se emita un nuevo episodio.

Esta serie quizás no nos vuelva locos de ansiedad por una nueva temporada, o quizás no nos desvele algún intrigante episodio final. Pero eso realmente no importa, porque la verdadera riqueza de esta propuesta está en la estética realista, en los intentos y fracasos de Hannah (Lena Dunham), en la irritante inocencia de Shoshanna (Zosia Mamet), en la incomprensible libertad de Jessa (Jemima Kirke) y en la necesidad de tener todo bajo control de Marnie (Allison Williams). Probablemente lo mejor de todo sea que no podemos definirlas o encasillarlas: son muy inestables, experimentan cambios constantes en sus personalidades, lo que hace que sean aún más normales.

Quienes se aventuren a comparar esta serie con Sex and the City, claramente no han visto con atención esta producción, que busca lograr exactamente lo contrario: no se trata de cuatro mujeres en la plenitud de la vida con personalidades afinadamente estereotipadas (recordemos a Carrie, como la fashion victim o a Samantha como la mujer madura y liberal). Mucho menos se trata de éxito. Girls da vuelta el paradigma de la serie convencional porque al fin de cuentas, sus personajes no son más que antihéroes de la calle como cualquiera de nosotros.

Victoria Barberis

Es periodista de profesión y escritora de corazón. Es "seriéfila" y una aficionada a las sagas. Su pluma a veces es sarcástica, pero siempre divertida.