Cine

Sexo y violencia en el espacio sideral: Crítica a «High Life»

Por John Lake

Claire Denis a lo largo de su filmografía se dedicó a examinar la masculinidad (Beau Travail – 1999) y la femineidad (White Material – 2009) desde un punto de vista novedoso y audaz. Las relaciones amorosas fueron también materia de un análisis pormenorizado en Vendredi soir (2002) o la inolvidable 35 rhums (2008). En High Life incursiona por primera vez en el género de ciencia ficción, lo hace con un tono narrativo lánguido al estilo Tarkovski, con una estructura etérea que además, en la  media hora inicial, adormece.

En el comienzo vemos a un padre que cuida a su beba. Claro que no es un padre cualquiera, Monte (Robert Pattinson) es un astronauta que está reparando su nave en el exterior mientras su hija en el interior desde un corralito, se distrae con distintas pantallas. El espectador observa las detalladas rutinas de esos dos únicos habitantes del vehículo espacial. Más adelante a través de sucesivos flash backs se desenreda el hilo de la trama. Un grupo de nueve criminales condenados a muerte son enviados al espacio sideral en una misión suicida sin retorno, en la cual deben capturar energía de rotación de un agujero negro. Día a día deben pasar informes para poder subsistir. Si bien Chandra (Lars Eidinger) es el comandante de la nave, la doctora Dibs a cargo de Juliette Binoche es la que ejerce el poder.

A bordo, las relaciones sexuales están prohibidas, en su reemplazo existe una máquina sexual donde se practica el onanismo, mientras la doctora recoge esperma de los integrantes masculinos para una inseminación artificial. La suspensión de las reglas que gobiernan la vida, el hecho de castigar la pasión amorosa, conducen a una espiral de violencia, un descenso a los infiernos a través de conductas exacerbadas, arrebatos, insultos, histeria, violaciones y asesinatos. El confinamiento en el espacio, las prohibiciones, las manipulaciones de Dibs y la soledad son los detonantes del descontrol entre los miembros de la tripulación. En medio del caos, Monte se comporta como un monje en materia sexual, busca redimirse y a su vez es objeto del deseo de la doctora.

En medio de cielos estrellados enmarcados en una pátina de azules profundos y líneas doradas, la directora, más que hablar del futuro para interrogarse sobre el presente, aborda tal vez demasiados temas: la represión, la sexualidad impulsiva, la incomunicación, la paternidad, la angustia, la violencia. Dirigido a un público pensante  que rechaza ciertas coordenadas del cine de Hollywood, Denis abusa de los saltos temporales como también del despacioso ritmo que imprime a la trama. Por último vale destacar la actuación de Robert Pattinson, un actor que desde hace un tiempo no le teme a los desafíos, al dejar de lado producciones comerciales para involucrarse en proyectos arriesgados con personajes más complejos. Un film con altibajos donde el panorama desolador sobre la condición humana y los movimientos en cámara lenta por efectos de la gravedad se transforman en morosidad. Valoración: Regular

John Lake

Adolfo Giraldo alias "John Lake" es fanático del cine desde chico, asistió a cursos de cine con Gisela Manusovich y completó la carrera de crítico de cine en la Escuela de la revista El Amante. Sus críticas aparecieron en diversos sitios como cinemascine.net, todaslascriticas.com y en la revista virtual Pez Dorado.