Cine

Apocalipsis Lugano: Crítica de El Último Hombre

Por Germán Pérez

«Hay que traer talentos de afuera para hacer interesante las cosas» esta es una de los tantos pensamientos que pasan por la cabeza cuando se ve la película de Rodrigo H. Vila El Último Hombre, pero desafortunadamente ni los talentos visitantes ayudan a que este plomazo sea interesante.

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Protagonizada por Hayden Christensen, Harvey Keitel, Liz Solari y Fernán «tanguito» Mirás ,esta rareza de película confunde al espectador desde su principio utilizando el intento de impacto de la voz en off de Christensen, tratando de explicar la situación del mundo tras una guerra. Las cosas son directas aunque no claras y Christensen complica más la situación con un tono monótono que no complementa las escenas  que H. Vila pone en pantalla.

Christensen es la antítesis de voz en off de lo que es la suprema voz de De Niro en Casino de Scorsese. De Niro va poco a poco explicando meticulosamente con tono trágico cómo su vida y su mundo se desplomó por amor al dinero y, sobretodo, a una mujer; aquí en El Último Hombre, H. Vila pone al  actor inapropiado a explicar de qué va todo : esto compromente a la integridad del film sin terminar de hundirlo.

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Por otro lado la sensación de desorientación se siente en toda la película; supuestamente nos encontramos en Argentina – al menos nosotros debemos suponer eso – pero el único referente dado son las famosas torres de Lugano. La situación es tan bizarra que por cada exterior, cambio de interiores o siendo directos, escenas que se nos vengan a la cabeza, tenemos un flash de las torres de Lugano. ¿Estamos en un loquero?…torres de Lugano!, Hayden Christensen va al trabajo.. torres de Lugano!… Harvey Keitel se mete en su negocio de baratijas… torres de Lugano!, el villano busca por toda la ciudad al protagonista de la historia… FLASH DE TORRES DE LUGANO, y así sucesivamente hasta que se piensa que absolutamente todo este universo disparatado sucede en cada piso de las torres de Lugano. Lo gracioso es que nuestros talentos locales hablan en inglés y con esto H. Vila instala una nueva posibilidad de futuro distópico: Villa Lugano es la capital del mundo.

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Hay que olvidarse de quién actúa en El Último Hombre ya que cada gran nombre puede ser tachado y superpuesto por algún talento novato sacado de las primeras clases de un curso de actuación. Keitel impone presencia pero nos asegura que la visita a nuestro país es sólo por el cheque, Fernán Mirás cumple un rol de cameo al interpretar al «loco de la esquina», Liz Solari solamente funciona como «talento de exportación» por el claro camino que significa desnudo de exportación y Christensen, muy lejos de esta película,  situado en una galaxia muy ,muy lejana triunfa como actor modelo en el rubro «piloto automático».

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Aburrida y sin un aparente rumbo concreto El Último Hombre no expone nada positivo para resaltar, falla en su intento por entretener y no consigue interesar al público en todo su intento, su departamento de arte funciona pero el resto de su totalidad es una molestia audiovisual que pronto quedará en el olvido. Ojalá que El Último Hombre sea ese último intento de main movie de H. Vila y el director pueda centrase en esos documentales que tan bien le salen. Valoración: Mala.

Germán Pérez

Lector, escritor y cinéfilo. Pasa sus días en el gimnasio y viendo viejos y nuevos clásicos del cine. Fanático de Michael Mann.