Cine

El Clan, retrato de una familia siniestra

Por Josefina Chalde

En los últimos meses, sobre todo en la temporada de premios, recibimos una catarata de películas basadas en hechos reales, oriundas en su mayoría de Estados Unidos. Este tipo de films suelen generar mucho debate, las historias que relatan pueden o no ser muy conocidas por el público y eso deriva en discusiones sobre la fidelidad con que muestran los hechos, o las libertades que se toma el director para narrar tal o cual situación, y si lo que cuentan es realmente “lo que sucedió” o sólo una mirada conveniente de entre tantas posibles.

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La llegada de El Clan, el nuevo film de Pablo Trapero (Mundo Grúa; Carancho; Elefante Blanco) generaba mucha expectativa por su historia extremadamente conocida en el país. La película sigue los hechos protagonizados por los Puccio, una nefasta familia de San Isidro que a principios de los 80 se dedicó a secuestrar empresarios y gente adinerada, y tras pedir el rescate, asesinar a sus víctimas a sangre fría.

A través de material de archivo que tiene a Raúl Alfonsín y Leopoldo Galtieri como protagonistas, Trapero comienza el film contextualizando, situando la época particular e importantísima del país en la que se desarrolla la terrible historia; y a partir de una narración no lineal (que va del presente al pasado) nos introduce en la vida de esta familia en apariencia convencional, pero que en el sótano de su casa oculta los más horrendos actos de violencia y crueldad.

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El film se concentra en los cuatro secuestros más conocidos, entre 1982 y 1985: los de Ricardo Manoukian, Eduardo Aulet, Emilio Naum y Nellida Bollini de Prado, la última víctima de los Puccio.

El director introduce poco a poco los personajes principales, la vida cotidiana que llevan, sus trabajos y actividades, para luego mostrar cuál es su modus operandis y cómo eligen a sus víctimas, la mayoría conocidas de la familia.

El líder de la banda y padre de familia es Arquímedes Puccio y sus más inmediatos colaboradores (además de tres socios) son dos de sus hijos: Maguila, y el más importante, Alejandro, jugador de rugby en el CASI y famoso Puma.

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El vínculo padre-hijo entre Arquímedes y Alejandro es sin dudas uno de los ejes centrales del film. Trapero retrata lentamente el desgaste de la relación, basada en la confianza pero también en el poder que Arquímedes ejercía sobre su hijo, un poder lo suficientemente importante como para manipularlo y utilizarlo de señuelo para captar a las víctimas (algunas pertenecientes a su círculo «íntimo»).

El resto de la familia conformada por su mujer Epifanía, sus hijas Silvia y Adriana y su otro hijo Guillermo, están casi en un segundo plano. Se sabe que luego de ser descubiertos, ellos quedaron libres por falta de pruebas en su contra, pero en el film Trapero los muestra como personajes que sabían que algo sucedía (vivían en la misma casa, era imposible creer que no estaban al tanto) pero no hacían demasiadas preguntas.

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El Clan se torna un tanto lenta por momentos, con escenas que no aportan demasiado a la historia, excepto alivianar un poco la tensión. Pero sobre todo en la segunda mitad, el film levanta y mucho cuando la cosa se empieza a complicar para los personajes. La intriga y el suspenso salen a flote y el film se vuelve realmente intenso y atrapante.

Algo que se destaca, por la manera en que fue seleccionada, es la banda sonora con temas de The Kinks, David Lee Roth y Serú Girán. Hay secuencias fuertes, duras, donde el «juego» que se establece entre la música y lo que los personajes hacen, es muy interesante.

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Más allá de la mencionada banda sonora, la fotografía, la dirección y el trabajo de producción que es incuestionable, lo que sorprende realmente son las actuaciones, principalmente la de Peter Lanzani, el ultraconocido actor de novelas adolescentes de Cris Morena. Es entendible que muchos tengan prejuicios dado su pasado teen angel y por ende no le tengan fe, pero hay que reconocer que hace un trabajo estupendo en la piel de Alejandro Puccio.

Que Guillermo Francella es un gran actor, lo saben todos. Su interpretación es soberbia, pero lejos está de ser la mejor de su carrera. Últimamente, cuando al cómico se lo ve transformado físicamente o muy caracterizado, todos parecen asociarlo directamente con una actuación brillante y sublime, como si con verse distinto fuera suficiente. Una cosa no tiene nada que ver con la otra. Está claro que Francella se esmera y mucho para salir del encasillamiento que le han generado personajes cómicos como el de Pepe Argento: lo ha hecho en El secreto de sus ojos y lo vuelve a hacer acá.

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El Clan es un muy buen film que ya es un éxito de taquilla y el mes que viene se presentará nada más y nada menos que en el Festival de Venecia. Para los defensores a ultranza del cine nacional, es una oportunidad que no pueden dejar pasar. Y para los detractores…una opción que los puede hacer cambiar de opinión.

 

Josefina Chalde

Estudiante de Cine. Amante de la música internacional. Un buen libro, un buen disco y una buena película es todo lo que necesita. Londres es su lugar en el mundo.