Cine

Festival de cine polaco: Una Sucecion de Calvarios

Por John Lake

La última familia

Existen diversas formas de abordar  la vida de un pintor. Paula (Christian Schwochow – 2016) y Renoir (Gilles Bourdos – 2012) lo hacen desde la obra y la inspiración, Loving Vincent (Dorota Kobiela/Hugh Welchman – 2017) a través de la animación, Shirley:  Visiones de una realidad (Gustav Deutsch – 2013) dándole vida  a  trece cuadros de Edward Hopper. La última familia, primer largo de ficción  de Jan P. Matuszynski, se centra en la autodestrucción de una familia para describir el universo del famoso pintor Zdzislaw Beksinski. No cabía otra forma para un artista cuyos trabajos se caracterizaron por lo tétrico y lo tenebroso.

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Un gran flashback que abarca veintiséis años, con epicentro en la relación con su único hijo, maníaco depresivo, con disfunciones sexuales y  tendencias suicidas. Le gustaba filmar escenas familiares con regodeo en las convalecencias y muertes de su madre, suegra y esposa. El joven director parece participar del mismo gusto al sostener la cámara en largos planos fijos sobre los cadáveres, incluido el del hijo rodeado de sangre luego de quitarse la vida. Las largas escenas de entierros en cementerios de su círculo más íntimo son un reflejo de sus cuadros lúgubres con enormes calaveras, figuras fantasmales y esqueletos que se abrazan. Un film opresivo, acentuado por los espacios claustrofóbicos en los que transcurren las acciones, pesimista y trágico como su destino final en concordancia con el mensaje de sus creaciones. Valoración: Buena

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Volinia

Si hubo un pueblo, además del judío,  que sufrió vejaciones durante la Segunda Guerra Mundial, fue el polaco. Arrasado  por la doble invasión nazi y rusa al comienzo del conflicto, sufrió también la matanza de oficiales y civiles por parte de los soviéticos, reflejada en el film Katyn (2007) de Andrzej Wajda. A todo esto se le agrega el genocidio polaco a manos del pueblo ucraniano por la matanza de Volinia,  que sumó  más de 100.000 víctimas entre 1943 y 1945. La limpieza étnica  se inició cuando las fuerzas alemanas comenzaron a mostrar flaquezas en  el mando en la parte occidental de Ucrania, territorio que le había sido asignado a Polonia mediante el Tratado de Riga, una vez concluida la Gran Guerra. Bandas locales se apoderaron del lugar con el fin de no dejar vestigios de una población que los había tratado como ciudadanos de segunda. Grandes extensiones de tierra, cargos políticos y encumbrados puestos empresariales pertenecían a los descendientes de los polabios. Volynia comienza con un extenso casamiento (media hora de los 150 minutos del metraje) como en El francotirador (1978).

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En ese extenso preámbulo la información fluye y se suceden una serie de acontecimientos que marcarán a los personajes. A diferencia del film de Michael Cimino, de la boda entre un ucraniano y una polaca participan invitados que más tarde combatirán entre sí, festejo que se extiende de la mañana hasta la noche con danzas, competencias, sexo y ceremonias tradicionales (corte de la trenza de la esposa por parte del novio). La alegría da paso a la guerra en una letanía de imágenes violentas: soldados desesperanzados que se suicidan; un ejército alemán de ocupación que fusila sin miramientos a los judíos; víctimas que se refugian en lo alto de graneros para ser descubiertos o morir de inanición; ucranianos sedientos de venganza que con machetes y hachas como en el genocidio de Ruanda mutilan, decapitan, descuartizan y despachurran a cuanto polaco tengan delante.

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Las crudas escenas en primeros planos que incluyen niños quemados envueltos en paja, motivaron la retirada de parte del público. En medio del caos la protagonista, hermana de la desposada, ve como desaparecen todos sus seres queridos mientras deambula con su pequeño hijo por un territorio asediado por todos los frentes. En un gran contrapunto los sacerdotes católicos pregonan la paz mientras que los ortodoxos se dividen entre los que alientan la razia y los que buscan un acercamiento. Un acontecimiento histórico poco conocido, relatado de manera muy cruda que mantiene en vilo al espectador gracias a una narrativa impecable. Valoración: Excelente

El mejor

Lukasz Palkowski, especialista en biopics, relata en El mejor la poco conocida vida de Jerzy Gorski, un adicto a la heroína por más de una década que consigue ganar una doble competencia de Iron Man en los Estados Unidos. Polonia 1978, bajo el régimen comunista jóvenes con pantalones de botamangas anchas se drogan como los protagonistas de Syd & Nancy (Alex Cox – 1986). Gorski arrastra hasta sus propios infiernos a  su novia, la hija de un policía que desesperado no encuentra la forma de alejarla del vicio.

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Una cuesta abajo que parece no tener fin con cárcel, internaciones y autodestrucción hasta que un centro de rehabilitación, tan estricto como una prisión, lo recoge y le hace cambiar el rumbo. Un doble calvario que lo pone como ejemplo de vida y recuperación, donde el deporte surge como recurso de salvación para darle un sentido y una meta a su existencia. Un canto a la esperanza que dio  respiro al público ante tantas historias desgarradoras basadas en hechos reales. Valoración: Buena

 

 

 

John Lake

Adolfo Giraldo alias "John Lake" es fanático del cine desde chico, asistió a cursos de cine con Gisela Manusovich y completó la carrera de crítico de cine en la Escuela de la revista El Amante. Sus críticas aparecieron en diversos sitios como cinemascine.net, todaslascriticas.com y en la revista virtual Pez Dorado.