Cine Mar del Plata

[MDQ FEST]La cábala del Oscar: Una nota que respira despedida, dos de género, la nueva de Barry Jenkis y más

Por John Lake

Viernes 16, el festival  está en la recta final, comienzan a llegar micros con turistas para el fin de semana  largo. Ayer visitó la ciudad el presidente Macri para el homenaje al Ara San Juan. Hoy es el turno de la gobernadora Vidal para presentar el programa “Mar del Plata te hace feliz”. Lo que no me hace nada feliz es la Sección Competencia Internacional. Comenzar a las nueve de la mañana con una decapitación detallada cuando todavía se tiene el desayuno en el estómago no es nada agradable.  La argentina Muere, monstruo, muere de Alejandro Fadel, que venía con ciertos pergaminos debido a su participación en la sección Un certain regard del último Cannes, resultó un híbrido del género de terror con toques gore.

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Como advertencia les recomendaría para las próximas vacaciones de abstenerse de visitar cavernas o cuevas en la provincia de Mendoza, se pueden encontrar con un monstruo de larga cola con punta fálica que los puede envolver, para luego con una boca de características vaginales succionarles las manos. Una serie de cadáveres femeninos  sin cabeza, personajes feos que parecen surgidos de una película de Polaco, motoqueros que rondan la zona no se sabe bien para qué, una danza de una pareja desnuda sin ton ni son, actividades paranormales con explicaciones metafísicas que quedan a mitad de camino sumado a un humor pueril (“Las montañas tienen la forma de 3 M como los chocolates”),  son algunos de los ingredientes de este dislate de proporciones mayúsculas. Las presunciones van pasando de un personaje a otro, hasta que finalmente aparece el monstruo que remite a algún film de Guillermo del Toro o a la saga de Harry Potter. Para huir.

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El cine iraní se lo asocia con temáticas contemplativas o poéticas como el de Makhmalbaf o Kiarostami, y  recientemente con el de Farhadi con sus contenidos más universales como el divorcio y los secretos familiares.  Houman Seyedi se aleja de todo encasillamiento de la cinematografía de su país con Sheeple (2018), un drama de acción violento sobre una banda de traficantes de droga que recoge huérfanos de la calle para luego utilizarlos para sus fines. El hermano mayor de la familia es el “pastor” que guía el rebaño de secuaces, no confía en el segundo que es hemofóbico y por lo tanto se resiste a matar.

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En cambio se fía más  del menor, un adolescente de armas tomar. Al descubrir un video viralizado de la hermana de veinticinco años a la que pretendían casar, en el que muestra su cabello colorido a un joven dentro de un auto, comienza el desmembramiento familiar. Las desgracias vienen juntas. Por un lado el castigo impuesto a la supuesta pecadora, y por otra parte,  la captura de varios miembros de la banda, entre ellos su jefe. En medio de altercados a los gritos,  intimidaciones y tiroteos, surge en primer lugar el drama de la condición social y sometimiento, rayano a la esclavitud, de la mujer iraní. Pero el director no se recuesta sólo en ese aspecto, sino que ahonda también en la adopción, la orfandad y la frustración por el desconocimiento del padre genético. En un ambiente marginal y de escasos recursos no hay lugar para los débiles ni buenos de corazón, las ovejas serán guiadas por aquellos que no tienen ningún tipo de contemplación. Cine de género digno que no desperdicia ninguno de sus noventa minutos.

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El Festival de cine Alemán siempre dedica una función a una película silente y otra al cine infantil. Vendrán lluvias suaves de Iván Fund podría encasillarse en esta categoría, ya que está interpretada sólo por un elenco de menores de doce años y animales domésticos. Por primera vez, el director santafecino aborda el cine fantástico, un género poco tratado por la cinematografía local. No obstante, mantiene su estilo contemplativo con una cámara que observa y recorre con lentos paneos el entorno, las locaciones son las mismas de sus obras anteriores (Crespo en la provincia de Entre Ríos) y un tono por momentos cuasi documental.

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Es la mañana de un día cualquiera, los adultos no se despiertan como en el cuento de La bella durmiente y los niños son dejados a su libre albedrío. Al igual que Una semana solos (Celina Murga-2007) en la que los niños de un country ante la ausencia de los padres deambulaban por las casas vacías, los chicos de Fund sustraen golosinas de un kiosco, revisan las casas, realizan un fogón a orillas del río y rescatan a un perro atrapado dentro de un auto. Lejos de desesperarse por la situación se les abre una puerta para la aventura. Estructurada en capítulos, a modo de cuento infantil, el título se refiere a un poema de la norteamericana Sara Teasdale, que imagina un paisaje post apocalíptico. Lo que pudo haber sido una entretenida exploración del mundo infantil, de la mano de Fund  se torna tedioso y monótono como las cinco notas musicales de un piano que se reiteran. Una lástima porque la idea era interesante.

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Cuatro amigos treintañeros tienen dificultad para relacionarse con las mujeres, ellas por su parte vienen de fracasos amorosos. Nacen nuevas relaciones, se recomponen viejos vínculos pero nada es fácil en la ópera prima  de Natalia Hernández: Cuando brillan las estrellas. Los astros deben alinearse, una estrella fugaz surcar los cielos y entrar en juego lo fortuito para que se formen las parejas y renazca el amor. Hernández reunió a un homogéneo grupo de actores como María Canale, Gastón Pauls, Anahí Martella, Julián Larquier Tellarini y Pablo Sigal entre otros, que  divierten con sus roles muy bien jugados en una comedia romántica fresca y dinámica. Una buena elección para la Sección Panorama de Cine Argentino en un género que brinda con cuentagotas obras sustentables sin caer en lo burdo. Un bálsamo entre el tedio y los dramas que presenta el festival.

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El plato fuerte del día fue la mejor propuesta que vi dentro de la alicaída Competencia Internacional y que sin duda está entre lo mejor del evento. El consagrado director Barry Jenkins, ganador del Oscar por Luz de Luna (2016), presentó un crudo drama racial, no exento de cierto humor irónico, titulado If Beale Street Could Talk (Si la calle Beale hablase).  Jenkins adaptó la novela homónima de James Baldwin, escritor y activista afroamericano que se caracterizó por la lucha por los derechos civiles.

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La acción se ubica a principios de los años setenta en el Greenwich Village de Nueva York. Dos jóvenes negros descubren el amor, uno es para el otro y   son inseparables. Ella se llama Tish y tiene diecinueve años, él se llama Fonny y tiene veintidós, Tish espera un hijo y Fonny está en la cárcel acusado de una violación que no cometió. Al drama familiar se le suma el de los marginados, solo entre ellos se ayudan (curioso el vínculo inmobiliario con el judío). Indiferencia e injusticia son términos comunes para la época, solo la unión y la fortaleza de la familia mantendrá la esperanza de un fallo justo. Tish con su voz trémula y dulce, es la narradora homodiegética  que va llevando el relato con gran uso del flashback, para contraponer los tiempos de libertad de su enamorado y el presente bajo rejas. Una historia de amor conmovedora, como nos tiene acostumbrados Jenkins en sus películas que no hay que dejar pasar. 9 puntos.

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A mí bandeja llegan invitaciones para el Meeting Point Nocturno   en el Tronador Concert, ubicado sobre el Boulevard Marítimo, donde a partir de las 10 de la noche y hasta las 3 de la mañana hay cerveza y dancing con DJ en vivo. Pero después de haber visto cinco películas y escrito este texto no estoy para esos trotes. Buenas noches.

John Lake

Adolfo Giraldo alias "John Lake" es fanático del cine desde chico, asistió a cursos de cine con Gisela Manusovich y completó la carrera de crítico de cine en la Escuela de la revista El Amante. Sus críticas aparecieron en diversos sitios como cinemascine.net, todaslascriticas.com y en la revista virtual Pez Dorado.