Cine Mar del Plata

[MDQFEST 2019] Lo que nos dejó el jueves: Amor adolescente, un Neo Noir, y una lúgubre y depresiva

Por John Lake

Día de sol, día de playa, día de descanso, pero la intensidad cinéfila nos llama y allá voy para ver la película peruana que compite en la Sección Latinoamericana: En medio del laberinto. Renzo es un adolescente de Trujillo que practica el skate en un parque cercano a su casa, donde intenta nuevas piruetas junto a un amigo. De pronto aparece Zoe en su vida, surge el amor y ya nada será como antes. Como todo romance, tendrá sus idas y venidas, sus caídas y arremetidas como las prácticas de figuras con la patineta. Con un tono cuasi documental, el director Salomón Pérez sigue a Renzo por la ciudad en la que predomina el cemento de las construcciones y el hierro de las torres de comunicaciones. Una urbe poco amistosa donde escasea el verde. Pero el entorno no lo preocupa al protagonista, le sirve para congraciarse con su novia a través del dibujo del laberinto de cables  y estructuras de metal que surcan los techos de la ciudad. Una película pequeña, una puerta abierta hacia el mundo de la adolescencia y el primer amor, hecha con pocos recursos pero con mucha frescura.

Nuevamente la década del cincuenta acerca otra muy buena película al festival. Huérfanos de Brooklyn, escrita, dirigida y actuada por Edward Norton está basada en la novela homónima de Jonatham Lethem, autor también del best seller La fortaleza de la soledad. Un detective privado con el síndrome de Tourete (Norton) debe investigar la muerte de su jefe y mentor (Bruce Willis) que lo tuvo bajo su tutela desde los doce años al rescatarlo de un asilo de huérfanos. Norton se hace pasar por periodista para desenmarañar una trama sórdida donde se mezclan, el poder, la pobreza y el racismo.

Ambientado en los cincuenta, el film tiene la atmósfera de las novelas de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, con los oscuros clubs de jazz con la humareda envolvente mientras suena una trompeta, los hampones refugiados en una esquina oscura al acecho con el sombrero que cubre sus rostros, el detective que recibe un montón de golpizas pero siempre se recupera y una historia compleja con muchos meandros. Personajes muy bien delineados, cierto toque de humor, junto una dura crítica a la entronización de la corrupción en el estado permiten augurar una gran aceptación por parte del público. Un neo noir al estilo de Barrio chino (Roman Polanski – 1974) que se sigue con mucha fluidez a lo largo de sus casi dos horas y media.

Al conocerse las películas que competían en la Sección Internacional, Vitalina Varela corría con ventaja ya que cierta crítica especializada suele ensalzar el cine de Pedro Costa. Si bien la concurrencia era numerosa, nunca se vio tan raleada la platea del Auditorium, pese a ser una función de jueves a la noche. Aún existen aquellos jubilados despistados y cierto espectador desprevenido, pero el grueso del público ya no come clavos. Debe haber llegado a sus oídos el tipo de obras que ofrece el director portugués, caracterizadas por escenas estáticas  e imágenes oscuras que invitan a una prolongada siesta. Cine de penumbras que transcurre en la noche con personajes apesadumbrados en situación de duelo. El catálogo habla de una Lisboa recóndita, lejos de la postal turística, pero por lo poco que se aprecia bien podría ser la villa 31 de Buenos Aires o cualquier favela de Rio de Janeiro.

Las huidas de los espectadores eran por contagio. Se retiraban dos y tras ellos otros cinco. En tanto que mi vecina de butaca se mandó dos largos sueños. A la hora comencé a bostezar, fue el momento de sacar mi paquete de garrapiñadas que había comprado en la peatonal San Martín. El mínimo argumento narra la llegada de Vitalina a Portugal tras la muerte de su marido al que hacía más de treinta años que no veía. Desciende del avión descalza y al borde de la escalerilla la reciben un grupo de limpiadores con baldes y trapos. En Lisboa se informa de la vida del finado, deambula por pasillos sombríos mientras interactúa con gente en situación de calle, un sacerdote con mal de Parkinson y un enfermo que vomita. Lúgubre y depresiva, la salva del aplazo el rostro de la protagonista con sus tremendos ojos y labios gruesos junto a la composición de algunos planos donde la luz juega un rol importante.

Suficiente por hoy, la seguimos mañana. Buenas noches.

John Lake

Adolfo Giraldo alias "John Lake" es fanático del cine desde chico, asistió a cursos de cine con Gisela Manusovich y completó la carrera de crítico de cine en la Escuela de la revista El Amante. Sus críticas aparecieron en diversos sitios como cinemascine.net, todaslascriticas.com y en la revista virtual Pez Dorado.