Cine

Mirada antropológica del narcotráfico: Crítica a «Pájaros de verano»

Por John Lake

Los wayús son un grupo de aborígenes de estructura matriarcal que en Colombia ocupa el departamento de Guajira, en el norte sobre el mar Caribe. Hacia esa zona esteparia árida y ventosa lleva sus cámaras el realizador Ciro Guerra, destacado autor de El abrazo de la serpiente (2015), esta vez junto a Cristina Gallego, para exponer como la codicia carcomió las tradiciones de un pueblo originario. Zaida (Natalia Reyes) finaliza su rito de iniciación de encierro adolescente que duró un año. Ahora está madura como mujer y sus padres la ofrecen como esposa en una fiesta. Rapayet (José Acosta) pone los ojos en ella y decide enfrentarla en la yocna, una danza circular ancestral: la mujer que oficia de torero con un vestido de amplia falda roja, avanza mientras desafía al hombre casi desnudo que se mueve como un toro embravecido tratando de no caer. El candidato, avispado comerciante de licores y café, es de condición social inferior y le resulta casi imposible ofrecer la alta dote en ganado y collares que se le exige para obtener la mano de la novia. 

La historia, basada en hechos reales, se inicia a fines de la década del sesenta cuando los jóvenes americanos abrazaban la cultura hippie. Un grupo de estadounidenses, miembros de una Fuerza de Tareas de Paz que realiza trabajos en la región, busca hierba para su consumo personal. Rapayet, con su olfato comercial, al ofrecerse como proveedor, ve en principio un modo de obtener las reses y ornamentos necesarios para conquistar a Zaida e iniciar además un incipiente negocio que alcanzará proporciones inimaginables. A su alrededor se mueven Moisés, un amigo y socio violento, que le traerá complicaciones; Úrsula (Carmiña Martínez) la madre de Zaida, una matriarca muy respetada, una especie de diosa griega en medio del desierto; Leónidas, su cuñado, un joven impulsivo que creció en medio de la corrupción y cuyo proceder desatará una guerra entre los clanes.

Dividida en cinco cantosHierba Salvaje, Las tumbas, Prosperidad, La guerra y Limbo –muestra la desintegración de una cultura indígena a lo largo del tiempo por efecto del ascenso y caída de un miembro de la misma convertido en narcotraficante. Un estudio etnográfico sobre los orígenes del comercio ilegal de la droga, en contraposición  a las múltiples realizaciones sobre Pablo Escobar y sus acólitos. Pájaros de verano presenta un delicado equilibrio entre el film de género con las bandas armadas, los hombres calzados con pistolas dispuestos a matar ante la menor sospecha, la humillación aceptada si hay mucha plata de por medio, y el estudio antropológico con la presencia de los “palabreros”, el portador de la palabra que resuelve los conflictos entre los distintos clanes; el segundo entierro, una exhumación del cadáver diez años después de muerto para limpiar los huesos y así alcanzar la separación definitiva del alma de los que permanecen en la tierra. Una tragedia griega, un film de gánsteres, un fino análisis del choque entre costumbres ancestrales y el poder corrupto del dinero, bellamente fotografiado con imágenes inolvidables para el espectador. Valoración: Muy buena.

John Lake

Adolfo Giraldo alias "John Lake" es fanático del cine desde chico, asistió a cursos de cine con Gisela Manusovich y completó la carrera de crítico de cine en la Escuela de la revista El Amante. Sus críticas aparecieron en diversos sitios como cinemascine.net, todaslascriticas.com y en la revista virtual Pez Dorado.