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El Justiciero 2 sigue la historia de Robert MCcall (Denzel Washington) tras asumir su rol de vigilante después de los hechos de la primera película. Dirigida por Antoine Fuqua esta secuela cumple el rol de un cierto segundo capítulo en la vida de MCcall optimizando y sufriendo la suerte de la mayoría de secuelas.
El Justiciero 2 enfoca su principal fuerza en contar una historia de venganza personal en la vida de MCcall. Ya no se busca realizar acciones justas para el bienestar ajeno y las acciones de buen samaritano se esfuman al ingresar en el plan maestro de venganza. Contrario a su fuente original – la serie The Equalizer – esta nueva visión crea una máxima de “violencia por violencia” para el público más allá del entretenimiento visceral.
Es interesante que en esta secuela se utiliza un accionar masivo de letalidad absoluta, pero por razones de accesibilidad, la censura reina sobre las imágenes; el clásico desenfoque o acción fuera de cámara se ve continuamente y el factor shock desencadenado por un MCcall casi omnipotente – gracias a la absoluta presencia de Washington – pierde efecto por el toque light absurdo y nauseabundo que Fuqua explora en The Equalizer 2.
Hay que destacar que la película es lenta en su desarrollo. Vemos a McCall en acciones innecesarias que conllevan a un objetivo en común; Resulta interesante ver la vida de este “antihéroe desconectado” en una rutina común no obstante la película sufre por ello y el cansancio del vuelterio no resulta atractivo.
Otro punto en contra en The Equalizer 2 es que recurre a ensañarse con resoluciones vagas y, desafortunadamente, predecibles y desinteresantes antagonistas; MCcall necesita sentirse en sintonía con ellos – Marton Csokas brilló por esto en la primer película –, como si fuera una familia perdida por los años, pero el guión de Richard Wenk no deja que esto pase al apresurar un tercer acto que no se encuentra en el mismo nivel – y tampoco pacing – que los anteriores minutos de la película.
The Equalizer 2 es entretenida y expande el universo e historia de Robert MCcall, lo hace sutilmente y al mismo tiempo no convence en la totalidad de sus diferentes apartados. Valoración: Buena.