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El año pasado se cumplieron los cien años del nacimiento del director italiano Federico Fellini. Debido a la pandemia las celebraciones y festejos quedaron postergados y recién en el presente año, 2021, se retomaron todas las actividades previstas para homenajearlo. Ni bien reabrieron las salas cinematográficas en la ciudad de Buenos Aires, se reestrenó una copia remasterizada de su clásico 8 1/2, obra que según la crítica especializada produjo un quiebre en su cinematografía, marcó un antes y un después. Comienza lo desmesurado, lo exuberante y barroco en su estilo y lo biográfico y subjetivo en los contenidos.
Junto al lanzamiento de la película, se inauguró en el Museo de Arte Decorativo la muestra “El centenario, Fellini en el mundo”, un recorrido de su filmografía a través de afiches, fotos, manuscritos, reportajes junto al vestuario de Casanova (1975) que le otorgó a su creador, Danilo Donati, el Oscar de la Academia de Hollywood. Una faceta menos conocida del director nacido en Rimini, es la de dibujante y retratista que ejerció en su juventud y que retomó en sus últimos años con un acento bien marcado en el erotismo. La exposición se explaya en sus comics, diseños y apuntes gráficos, una forma también de abordar una película, ya que Fellini componía su cine como cuadros. Su pretensión con el séptimo arte no era ni literario, ni narrativo sino pictórico. Fue un pintor que tomó el cine como pretexto para su arte. El Picasso del cine por las imágenes dislocadas propias de un cuadro cubista, el Orwell italiano, según la crítica Pauline Kael, por el exceso en la escenografía y sus extravagancias.
Por último, el BAFICI exhibió dos documentales vinculados al director. Fellinopolis (2021) de Silvia Giulietti, se centra en la filmación de La ciudad de las mujeres (1980), Y la nave va (1983) y Ginger y Fred (1986) que tienen como epicentro el Estudio 5 de Cinecittà, su reino, su segundo hogar y sitio donde se efectuó su sepelio. Giulietti resalta el desfile de magos, videntes y psicólogos que acompañaban al director durante el rodaje y cómo influían en sus decisiones. Los artilugios y el artificio saltan a la vista, como el mar confeccionado a base de telas en Y la nave va para sugestionar al espectador.
También se detiene en el tema de los sueños que Fellini, debido a su formación jungiana, comenzó a escribir a partir de su vínculo con el doctor Ernst Bernard. No solo anotaba los propios, sino también les pedía a sus más íntimos colaboradores que le relataran los suyos para transcribirlos. En cambio, La verità su La dolce vita (2020) de Giuseppe Pedersoli, pone el foco en Giuseppe Amato, famoso productor del neorrealismo y de la película más famosa de Fellini: La dolce vita (1960). Excedida en metraje (en un principio con más de cuatro horas de duración) y en el presupuesto, la obra fue un gran dolor de cabeza para el productor, debido a las negativas de Fellini a eliminar escenas y a manejarse con el dinero previsto. Un intenso intercambio epistolar que reproduce una voz en off, pone de manifiesto el precario equilibrio en el cual se movían ambos para no quebrar una gran amistad y llevar a buen puerto el proyecto. Un infierno para Amato, el paraíso para Fellini.
Marzo del 2021 será recordado por los amantes del cine como el mes de Fellini en Buenos Aires, a través del rico material que estuvo a disposición del público en general, para conocer más de cerca a uno de los grandes autores de la cinematografía mundial.
