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Amor terminal: breve impresión sobre Me Before You y un repaso por el género

Por Vanesa Fognani

La fórmula narrativa acerca del surgimiento del amor o de la amistad ante un escenario adverso es legendaria en el cine mundial. El sufrimiento que acontece ante una enfermedad terminal o una discapacidad es archi utilizado y funciona para un público al que le gusta ir a sufrir al cine. Yo soy una de esas, tengo un atavismo poderoso, casi inexplicable, y un imán ante este subgénero de películas que denominaré films para pasarla mal.

Hablo, por supuesto, del drama terminal, de las películas que presentan un personaje principal que sabemos que tarde o temprano va a morir. El público es cómplice de un desenlace cantado y los que nos sentimos atraídos por estas películas, entendemos que estas reglas son parte del código del género.

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La película icónica, quizás una de las más permeables a lo largo de la historia, la mejor, es el dramón setentón Love Story de Arthur Hiller, con Ali MacGraw y Ryan O’Neal. La canción homónima de Francis Lai, tema principal de la película, acompaña a esta pareja joven que sufre ante la enfermedad de la protagonista.

Todos los clichés del romanticismo aparecen en este metraje, que funciona principalmente por la química entre los personajes: Oliver (O’Neal) mira con compasión a Jenny (MacGraw), su mirada contemplativa -todas estábamos enamoradas de esos ojos inmensos- la acompaña en toda la agonía. Las caminatas por la hermosa Manhattan de la mano, con aire a despedida, se repiten reiteradamente en toda la película.

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Love Story funciona, además, porque se permite sufrir libremente. Muchas fueron las películas que indagaron sobre el amor trágico. Mi preferida, quizás por ser contemporánea a mi realidad etaria, fue A Walk to Remember.

La lógica de la narración dispone a los personajes en un devenir que huele a tragedia, y así ocurre, ya que cuando la pareja está en llamas, viviendo su pasión adolescente –la química entre los jóvenes es increíble-, Jamie (Mandy Moore), llorando, le comunica a Landon (Shane West) que no lo puede, ni quiere, ni debe verlo más –el tono discursivo es lascivo-, y acto seguido viene el mazazo: “Landon, tengo cáncer y voy a morirme”, espeta la radiante Jamie/Moore.

El relato juvenil ligero se convierte en un dramón que paraliza cualquier alma sensible. Desde esa frase, la película se convierte en la preparación hacia la muerte de la protagonista, todas las frases cursis sobre el amor efímero están ahí, en ese universo diminuto de los amantes que se despiden.

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John Green, escritor de moda en la generación sub 20, escribe The Fault in Our Stars (Bajo la misma estrella), una novela sobre dos enfermos terminales que se enamoran. La película, con un ánimo indie – el soundtrack armado por integrantes de la banda de pop underground Bright Eyes es hermosísimoresulta porque Josh Boone, un director que bancamos mucho, transita no sólo los momentos lacrimógenos del libro, sino que explota la picardía y los pasos de comedia que propone Green en su narrativa. Boone le saca dramatismo al género y eso es lo novedoso.

Además, están las estrellas Shailene Woodley y Ansel Elgort (amados por el público teenager) que despliegan sus dotes actorales con tranquilidad y pasividad, ante un texto que se vuelve, hacia el final, devastador, pero sin nunca perder la ternura y la picardía.

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Me Before You (Yo antes de Ti), la nueva película del género, copia la formulita de Bajo la misma estrella: está basada en un best seller (la autora es la británica Jojo Moyes); los personajes están interpretados por dos jóvenes venerados por el público juvenil; hay una decisión terminal en el medio, e incluso por momentos se intenta explorar la comedia, sin lograr sacar siquiera una sonrisa (los chistes son facilistas, repetitivos y poco ingeniosos).

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La directora Thea Sharrock, operaprimista, intenta contar la historia de un joven parapléjico que es cuidado por una muchacha un tanto hilarante. Will (Sam Claflin) es un joven millonario, extremadamente guapo, exitoso, que vive su frívola vida en Londres, tiene una novia cool, y su existencia parece estar exenta de cualquier problemática terrenal.

Will es un galán a lo James Bond, de esos galanes inoxidables, pero un accidente en los primeros minutos lo deja postrado en una silla de ruedas. Recluido en el castillo de sus padres en la campiña inglesa, Will es la solución para la desocupación de la insoportable Lou (Emilia Clarke), una jovencita que se presenta – sin ninguna experiencia- para ocupar el rol de cuidadora del muchacho.

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Lou es torpe, habla sin hacer pausa, y su vestimenta es una atentado a cualquier retina. Es simpática pero su eterna y fastidiosa sonrisa se vuelve intolerable. Clarke actúa con una exageración que molesta. La relación sentimental entre ambos comienza a surgir de una forma bastante forzada – Will la ignora gran parte del metraje pero ¡ups! al final la amaba- y poco verosímil.

La química entre los jóvenes es nula. No hay casi miradas y lo decible se vuelve fatal. Él quiere morir, y ella intenta hacerlo cambiar de parecer, pero todos los intentos se vuelven irrisorios. La película no funciona. Ni siquiera en las escenas más terribles logra estrujar el corazón de los espectadores.

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Con un final cantado, Me Before You – la mecánica de resaltar el texto incluso cae en el pecado de explicar en la diégesis el título de la película- es un intento de repetir el suceso juvenil que fue The Fault in Our Stars. Intento sin pena ni gloria.

Vanesa Fognani

Lic. en Ciencias de la Comunicación, y crítica amateur. Amante de los dramadies ochentosos, decidió hacer de la crítica un hábito y un hobbie para preservar su salud mental. Edita la sección de cine de este portal y antes garabateó en la columna semanal “Jueves de estreno” en el portal de noticias NOTINAC. Ir al cine le salvó la vida.