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Ph Romina Bonetto
De la indiferencia a la atención hay un sólo paso. O al menos así lo demostró The Hives en su visita por Argentina abriendo para Arctic Monkeys en la ciudad de Córdoba. «Nosotros vinimos para abrir para estos» dice Pelle Almqvist, el alocado frontman de la banda, en un castellano casi perfecto con un leve acento mexicano. Es que si hay una cosa que podemos elogiarle a los suecos, si no es por otra cosa, es que supieron preparar a una audiencia llena de ansiedad por la espera a través de un cronometrado ‘Come On‘ en el arranque de un setlist poderoso. Otra cosa que podemos elogiarle es su presencia en el escenario. En un festival, hay mucha gente y es imposible llegar físicamente o incluso ver a todos los miembros de la multitud. En este caso, la cita tuvo lugar en domo cerrado por lo que las condiciones eran más favorables para un acercamiento más efectivo.
Pelle, el del apellido impronunciable, ya sabe lo que es entregarse al público argentino. Sale al escenario con la banda de traje blanco y negro –como en todas sus presentaciones en vivo- a la hora pactada, grita en el mic, lanza gritos, salta al público, vuelve a subir, se pasea pavoneándose alrededor de todo el stage y sus alrededores mientras que sus asistentes vestidos de ninja le acomodan los cables. Él es el epítome absoluto de un performer engreído, imparable, enérgico, divertido y natural en el control de la multitud. Bueno, al menos nos hizo creer eso.
Varios tracks de Lex Hives están dispersos por todo el set de esa noche como ‘Go Right Ahead’ y ‘My Time Is Coming’. En una interpretación explosiva de ‘Tick Tick Boom‘, Pelle le ordenó al público que se sentara, antes de una simulada congelación de grupo durante más de un minuto, un truco que utilizan a menudo en las giras. Tras el reposo, la multitud comienza a saltar con furia hasta que el piso tiembla a continuación. La banda introduce un tema nuevo. Después de casi una hora de show, los cinco integrantes nos demuestran por qué son artífices de ese punk rock noventoso procesado y poderoso cuyos acordes suenan por estos días en Boyhood, la nueva película de Richard Linklater, en las enérgicas melodías de ‘Hate to Say I Told You So‘. “¿Te gustan otras bandas de rock? ¿Te gustan Black Sabbath? ¿Te gustan Iron Maiden? Te gustan…Arctic Monkeys? So, it’s your lucky day” pregunta y responde unos minutos de antes de retirarse dando paso al plato principal de la noche.
I Just Wanna Be Yours, Alex Turner!
Ser testigo de la genialidad de Alex Turner puede cambiarnos la vida. Mucho o poco, pero la cambia. Le agrega un check –no el double blue check de WhatsApp, por favor- a nuestra lista de deseos imaginaria. Se necesita un cierto tipo de presencia para lograr peinarse el cabello sin quedar potencialmente cursi y mantenerse cool al mismo tiempo. Una presencia que, aparentemente, ha estado tomando sus señales de Arthur Fonzarelli y juntando movimientos de los integrantes de algún musical del West End. Así como quien se peina el cabello sin ningún esfuerzo o exageración, Alex Turner –el rock god de la generación Y o el Elvis con acento británico- y sus Arctic Monkeys hicieron del Orfeo Superdomo una sacudida masiva de alto voltaje la noche del domingo. Pareciera que Turner siempre tuvo esa naturalidad para hacer las cosas de tal manera. Un hecho indiscutible que marcaría quien haya tenido la suerte de verlos “romperla” en shows anteriores.
Entre los denominadores comunes de la noche, referidos a la vestimenta de los asistentes, se destacaban: los shorts de jean en todas sus variantes para la chicas, las camisas leñadoras para los chicos y las remeras de color negro y blanco personalizadas con el logo característico de Arctic Monkeys, sumando alguna quote del último álbum. Las edades variaban ampliamente entre teenagers super emocionados, vírgenes de recitales, y rockers old school. Lo más jóvenes deliraban con los temas de Suck It And See o AM. Los no tan jóvenes se demostraban eufóricos y, seguramente, recordaban su rebeldía juvenil, los good times, al escuchar los clásicos que salen de Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not, la rectitud técnica de los riff en Favourite Worst Nightmare o Humbug.
#FluorescentAdolescent sonaban #ArcticMonkeys! #AMenCórdoba Un vídeo publicado por En Vivo Producciones (@envivoproducciones) on Nov 11, 2014 at 7:09 PST
Con una puesta en escena simple y sobria, con las líneas ondulantes como luces de fondo del escenario, el espectáculo se apoyó en gran medida en AM, estableciendo el comienzo con un pulso de teclado, el tono -que simulaba un latido- de ‘Do I Wanna Know?’ haciendo que perdamos la noción del tiempo y nos entreguemos totalmente a ellos desde el principio. Manteniéndose arriba, le siguen ‘Snap It Out’, con un piano soul tan Beatles como rascaliano, mientras pasan a “jugar al blues” que haría Danger Mouse con una Gibson Les Paul en ‘Arabella’. Y aunque su sonido ha cambiado desde ese primer álbum que todos recordamos, y ahora se metieron con el stoner rock/pop –hi there, Josh Homme– y la sensibilidad occidental, el show permanece unido como un conjunto. Intercala esas canciones «AM» con los temas consagrados de trabajos anteriores que nos hacen vibrar con ‘Brianstorm‘, queriendo romper todo, ‘Dancing Shoes‘, ‘Teddy Picker‘, ‘Crying Lighting‘ y ‘Fluorescent Adolescent‘, esa joyita brit-pop ska que nos devolvió el sentimiento adolescente por un par de minutos. Si bien las cabezas masculinas rebozaban la pista frente al escenario, no faltaba la presencia de chicas –algunas escoltadas por amigos y/o novios por miedo al pogo- con un alto nivel de euforia por estar cada vez más cerca del Mr. Alex Turner.
La voz de Turner sonó muy bien, sobre todo cuando fue respaldada por las armonías en falsete que han añadido tanto a su reciente material. Matt Helders sigue siendo una fuerza sobrenatural en la batería, haciendo vibrar nuestra caja toráxica al ritmo de los golpes que marca especialmente en ‘Brainstorm’ y ‘I Bet You Look Good On The Dancefloor‘. El sonido de la guitarra de Jaime Cook fue impecable, desde el riff muscular de ‘Do I Wanna Know?‘ a la cacofonía total desatada en ‘Brianstorm’ y el blues/punk de ‘Don’t Sit Down ‘Cause I’ve Moved Your Chair‘ que con muchísima energía provocaba levantarnos del asiento o saltar descontroladamente si estábamos parados.
Y por si fuera poco, la banda la siguió rompiendo con ‘Why’d You Only Call Me When You’re High’ acompañado de los gritos de la platea femenina más joven que bailaba sin parar. Cuando Turner cambió la guitarra eléctrica por la acústica, la energía de la banda se mantenía a fuego lento mientras tocaban ‘No. 1 Party Anthem‘ y ‘505‘. Los muchachos, dejaron al lado sus instrumentos, tiraron un par besos y saludaron dirigiéndose fuera del escenario. Muchos creyeron que se había terminado, pero se equivocaron. La devoción de los fans de los monos era irrefutable cuando parte del público se puso de pie con firmeza y pidió un bis –que sabíamos que iba a suceder- por unos minutos antes que la banda regresara al escenario. Al volver, Turner señaló a la audiencia y los Arctic Monkeys cerraron su noche en el Orfeo con ‘One For The Road‘, ‘I Wanna Be Yours‘ -punto caramelo para las parejitas de la mano alumbradas por las luces reflectadas en las bolas disco- y ‘Are U Mine?‘ dejando un breve espacio para un saludo final de parte de Alex y la banda.
El set list de #AMenCórdoba! Una foto publicada por En Vivo Producciones (@envivoproducciones) on Nov 11, 2014 at 6:51 PST
No fue sólo la primera vez que Arctic Monkeys pisaron la ciudad de Córdoba sino también la primera vez que muchos los vieron en vivo. Ya no hablamos de aquella banda que toco en el Luna Park donde sólo acudieron los curiosos. Estamos hablando de una banda totalmente consolidada y reconocida mundialmente. El hecho de haber presenciado los tres shows de Arctic Monkeys en Argentina durante los últimos años nos revela dos cuestiones a saber: la primera, el paso inevitable del tiempo jugó a favor de los monos que han recorrido un gran camino y todavía tienen mucho para ofrecer; y la segunda, la fascinante evolución de sus grandes guitarras, latidos pesados y un sonido más emocionante que nunca para entregarnos un show de rock clásico imperdible.