Cine

Átame, deseando volver a ver el Almodóvar de los ’90

Por Omar Benito Montiel

Invitar a ver una película que ha sido un clásico del romance rebuscado y efectista de la década del 90, es caer en un sitio recurrente de forma obligada. Pero “Átame” del director Pedro Almodóvar, nos remite a un sitio que vale la pena volver a visitar de vez en cuando, en especial para recordar la naturaleza retorcida que solemos tener los seres humanos cuando nos consumimos por la locura y el amor distorsionado.

Obviamente la joven belleza de Victoria Abril y de Antonio Bandera suelen ser uno de los motivos más sensuales que tiene este film para engancharnos desde un principio, pero la tierna simpatía de Loles León y la fría furia de Rossy de Palma nos hacen recordar que Almodóvar es un director ineludible a la hora de exponer los vicios y frustraciones de la sociedad actual, donde cada detalle nos conduce a la interpretación de una obra clásica del cine español.

Átame es la expresión del deseo de dos individuos que, locos y solos, se encuentran por la fuerza y la violencia explicita, hasta que logra generarse el amor insondable y sincero que de alguna forma buscaban en forma idílica y desesperada. Con lo cual, Almodóvar exhibe en la soledad profunda que vivimos uno de los sentimientos más recurrentes de nuestra cultura moderna, interpretada innegablemente desde la mirada de la mujer y su entorno deprimido.

Por lo que creo, como buen fanático de este director, que ésta es una de las películas más femeninas que ha filmado, dándoles expresión a los anhelos de la sensualidad y percepción que la mujer necesita satisfacer desde su pasión más confidencial y tormentosa. Quizás por eso, solo la bella cara de niño lastimada de Banderas puede quebrar la soberbia orgullosa de Victoria Abril, cuando le demuestra que puede arriesgar su vida por su amor.

¿Será así siempre? Cuántos de nosotros estamos tan adormecidos por esta sociedad agobiante que muy en el interior no creemos que alguien pueda amarnos de forma verídica y permanecemos aturdidos, solos y olvidados… hasta que alguien nos hace entender que después de la frontera, después que todo acabe, allí nos espera el amor más importante de nuestra vida.

Quizás por eso el final, no es solo llegar a la reconciliación, a ese mediocre perdón, sino a un camino (un largo camino) y esa primera versión de Resistiré que cantan todos, bastante mal: «cuando pierda todas las partidas, cuando duerma con la soledad, cuando se me cierren las salidas… resistiré, para seguir viviendo resistiré».

Así que están invitados, atados o resistidos Ver esta película es un placer sencillo que no te deberías perder.

Omar Benito Montiel

Museólogo oriundo de Mendoza, enamorado de muchos rincones y conquistado por la belleza de Jujuy (Arg). Amante del arte en general y observador atento de todas sus expresiones. Intentaremos trasladar acá sus curaciones.