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En una competencia como la argentina donde se presentaron propuestas modestas hechas a pulmón (Casa propia, El silencio a gritos, Foto estudio Luisita, Mochila de plomo) y otras mediocres (Penélope, La otra piel), no sorprende que la vencedora haya sido la más rumbosa y osada. Albertina Carri concibe un mundo de walkirias, amazonas e hijas del Rin como aquel planeta que imaginó el director Edward Bernds en La reina del espacio exterior (Queen of Outer Space – 1958), en el que el planeta Venus estaba habitado solo por mujeres comandadas por una reina despótica.
En Las hijas del fuego la reina es la directora que somete a estas actrices a un desenfreno erótico sin límites. Las mujeres son todopoderosas, autosuficientes y gozan de una envidiable salud, ya que se permiten hacer el amor desnudas en un descampado de Tierra del Fuego sin siquiera producirles un estornudo. Los pocos hombres que aparecen son malos, agresivos, violentos y hay que echarlos de este universo.
Es difícil sostener dos horas de una película con coitos, felatios y otros menesteres, sumado a protagonistas inexpresivas con diálogos poco creíbles como el que sostiene una de ellas, muy “producida” con piercings y peinado acorde, sobre temas mecánicos que mueven a la risa. Actos profanos (trío sexual sobre la mesa de un altar), múltiples juguetes sexuales para incentivar la excitación, planos quirúrgicos para explicitar lo obvio puestos en la pantalla con el solo objeto de provocar, producen rechazo y desagrado.
Como colofón de este carnaval porno lésbico un plano fijo final de diez minutos de duración en el que una de las actrices se masturba enfrentando a la cámara. ¡Pobre cine argentino si esto es lo mejor que tiene para ofrecer!. Valoración: Regular