Te recomendamos:
Las corridas son hermosas en el BAFICI, los fanáticos se chocan unos con otros para poder entra a las salas. Los muchachitos y muchachitas que trabajan en las sedes del festival tratan de contener al espectador ávido de ver cine, deseoso de querer entrar puntual a la sala, ansioso de que empiece la película elegida. El mundo se ha vuelto cinéfilo. La experiencia de ir al BAFICI se ha vuelto un hábito saludable. Más de 400 películas proyectadas, cine al aire libre, mesas redondas sobre la industria, recitales y la vorágine de querer ver todas las películas posibles.
Además de las películas en competencia – viene sonando fuerte como favorita del público La Noche del realizador argentino Edgardo Castro, que veremos en breve- recomendamos fervientemente otras secciones: dentro de la Sección Pasiones nos gustó mucho la ópera prima de Jorge Leandro Colás, Los pibes; somos fans de la nueva película de Johnnie To, Office, ese melo musical que tanto disfrutamos en el MDQFEST así que festejamos que se exhiba nuevamente dentro del marco del BAFICI; y por último, elogiamos a la ganadora del BAFICI 2014, El Picasso de Persia que se proyecta el sábado a las 20:30 hs en el Village Recoleta.
Los pibes
“Los padres son lapidarios”, gritaba una señora en el meet and greet realizado en el final de la proyección de la película Los Pibes durante el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. El enojo furioso surgía de la temática de la película. Las declaraciones de los cazadores de talentos de las inferiores del club Boca Juniors, son de una voracidad – los tipos son monstruos- que asusta, sumado a los padres que quieren que sus hijos se conviertan en celebrities.
El registro tiene una potencia inconmensurable debido a la fuerza de los protagonistas. Los pibes muestra desde la primera escena a los padres trepados a una reja, esperando desesperadamente los resultados de los que quedarán. Con un vocabulario futbolero, Los pibes – nunca mejor puesto el nombre- muestra las alegrías y las frustraciones de los chicos en el camino de querer llegar a ser futbolistas reconocidos. Lo genial es que Colás se entromete y pone la cámara incluso en las conversaciones más privadas de los cazatalentos, y es ahí, en esas conversaciones, donde la película funciona y se vuelve interesante.
Office
Tuve la suerte de entrevistar al genial Johnnie To – Election, Drug War, Blind Detective– en el Festival de Mar del Plata. El azar me hizo abrir una puerta equivocada en el Hotel Provincial y caer en el junket de la presentación de Office, su última película. Su simpatía nos generó empatía desde el inicio de la conferencia. No habíamos visto todavía esta fábula musical sobre las corporaciones pero sus películas anteriores nos habían fascinado, y a mí me gusta el To nostálgico y romántico, por eso será que Linger es mi preferida.
Comenzamos la entrevista con una pregunta unánime: ¿Por qué meterse en el género musical?. To, con una sonrisa serena, nos respondió que es fanático del género y que películas como Jesucristo Superstar lo han inspirado. Al musical le suma el 3D: la ostentosidad de las imágenes genera un vértigo hermoso. La historia describe los dimes y diretes dentro de una oficina. En un único escenario convergen mentiras, odios y traiciones. Los soliloquios cantados son de una potencia cinematográfica increíble, los números se suceden, los bailes copan la pantalla. Johnnie To le inyecta al género la violencia y el amor, temas recurrentes en su filmografía. Hay que ir a ver Office, una de nuestras recomendadas en la Sección Trayectorias.
El Picasso de Persia
El documental se centra en la figura del artista plástico iraní Bahman Mohasses y en reconstruir a partir de su testimonio y del visionado de sus obras, la historia biográfica de este entrañable personaje. Exiliado de Irán en los años 70 y reclutado en un hotel en Roma, Mohasses decide desaparecer del folklore iraní sin dejar ningún rastro de su paradero. Treinta años después, Mitra Farahani (la directora) logra encontrarlo para entablar con él una relación de entrevistador-entrevistado memorable. Mohasses, artista transgresor para su época, homosexual, progresista y con un sentido del humor corrosivo, se convierte en un ser entrañable y simpático que reflexiona toda la película sobre la relación del artista con su obra.
Con un tufillo a obituario y con una alta cuota de homenaje, El Picasso de Persia es la historia de un soñador en el ocaso de su vida. Sus obras son de una espectacularidad imponente y cada relato de Mohasses sobre cómo y donde realizó cada una de ellas -todas inspiración de un suceso político- produce un magnetismo y una empatía con el espectador única. Desquiciado hasta la médula, Mohasses construye una atmósfera cinematográfica en donde su obra resulta asombrosa. Su risa contagiosa, sus salidas anecdóticas y sus berrinches de genio loco son retratados por Farahani con una simpleza que emociona.