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Gretta está sentada en un sillón, escuchando a su amigo Steve interpretar una canción. El bar está lleno de gente, pero no todos están prestando atención. De repente Steve la mira y la invita a subir al escenario a interpretar uno de sus temas. Gretta no quiere saber nada, niega con la cabeza y mira para otro lado, pero Steve insiste, y Gretta sube con su guitarra y su encanto. Tímida, anticipa que es un tema nuevo, que no está pulido y se lo dedica a la gente que ha estado sola en la ciudad. Y entonces, los primeros acordes suenan y la chica que hace poco rompió con su novio, abre su corazón ante un público que no sabe apreciar lo que tiene en frente.
Pero hay alguien que sí está escuchando, con más atención que cualquiera. Es Dan, que no solo escucha, también imagina arreglos, convierte ese pequeño tema en uno más complejo y poderoso. Dan lo tiene todo en la mente y no puede esperar a volverlo realidad.
Dan y Gretta son dos personas que no tienen nada que perder, de hecho ya están perdidos, cada uno con sus problemas. Pero la grabación de un disco en las calles y lugares emblemáticos de New York es el proyecto que los motivará a volver a empezar, como dice el título del film.
De eso va Begin Again, de dos personas que se conocen por casualidad en un bar neoyorquino, y comparten una misma pasión: la música. Él (Mark Ruffalo), es un productor musical en decadencia, despedido de su discográfica, que se encuentra en una situación deplorable, sin dinero y sin ideas para salir a flote. Ella (Keira Knightley) es una joven que viene de una decepción amorosa con Dave, su novio cantante en ascenso (Adam Levine), y se encuentra sola en la ciudad de New York, sin mucha idea de qué hacer con su vida.
Al ritmo de hermosos temas escritos especialmente para el film (con “Lost Stars” siendo el caballito de batalla que seguramente competirá por el Oscar), Begin Again recorre lo mejor de New York y sigue a estos personajes que encuentran en el otro pero por sobre todo en la música, la oportunidad de salir adelante. Si puede o no haber algo más entre ellos, no es lo importante, y John Carney lo deja en claro cuando decide poner la atención no en la posible relación amorosa de los personajes sino en aquello que los une.
¿Se acuerdan de esa maravillosa película irlandesa llamada Once? Por las dudas, dejen que les refresque la memoria. Glen Hansard es un músico que se dedica a tocar en las calles de Dublin y alterna su arte con un trabajo distinto, arreglando aspiradoras en la tienda de su padre. Un día, Markéta Irglová (inmigrante checa que vende flores) pasa por la calle, se detiene a escucharlo y a partir de ahí ambos establecen una conexión muy fuerte, basada en el amor por la música.
Lo especial de Once, dirigida justamente por John Carney, fue que se realizó con un bajísimo presupuesto, no tenía actores famosos (eran músicos) ni tampoco los clásicos clichés. Ese film (que se llevó el Oscar a mejor canción original por “Falling Slowly”) tenía una “magia” que derivaba de la gran química entre Glen y Markéta y una naturalidad pocas veces vista en el cine. Fue una obra chiquita pero gigantesca a la vez y quedó en la mente de todos aquellos que amamos este tipo de historias.
A diferencia de Once, este film cuenta con mayor presupuesto, un paisaje totalmente distinto y actores reconocidos que sacan adelante el film sin problemas. Pero más allá de que la pareja Ruffalo-Knightley funciona, hay algo que se pierde, y tiene que ver con esa “inocencia”, ternura y sencillez propios de Hansard e Irglová, propios del film irlandés.
No obstante eso, Begin Again se presenta como una propuesta placentera y disfrutable, que te deja con una sonrisa y una lista de melodías maravillosas para darles play una y otra vez.