No pensé que Un papa Singular (odio la traducción de Brad´s Status) podría hacerme transitar un tobogán de emociones. Sí Ben Stiller nunca defrauda (banco Zolander II con el corazón, una de sus películas más criticadas), siempre es una fija en las comedias y cuando bordea el drama lo hace con naturalidad. Lo hizo en La increíble vida de Walter Mitti consagrando la película del “bonachón fracasado” como una de las mejores del 2015. Pero la pésima transposición del título a Un papá singular me hizo temer: ¿Stiller se metió en una comedia infantil?, me pregunté. Pero mi prejuicio se derribó con gusto y me depositó ante una de las mejores películas del año. Brad’s Status relata el mundo interno de Brad Sloan (Ben Stiller) un hombre con una vida simple que tiene una mujer encantadora Melanie (Jenna Fischer) y un hijo adolescente (el hijo que todos querríamos tener). A pesar de su vida tranquila y armoniosa, se siente vacio y diminuto.
La en off voz que “come el coco” (ese pajarito que no nos deja ser felices) nos incluye en una narración donde el espectador escucha los pensamientos del protagonista, sus frustraciones, sus decepciones, sus miedos. Brad convive con la desazón de no ser un tipo “convencionalmente” exitoso, sus pensamientos fantasiosos hacia sus pares lo mortifican (sus amigos de la universidad han hecho mucho dinero y fama) y su pesimismo lo construyen como un protagonista perdedor (aunque claramente no lo es). Brad es el tipo que ve sólo el vaso medio vacio y ahí es donde todo funciona. La película del director (que también actúa) Mike White (el pelirrojo amigo de Jack Black es School of Rock) reflexiona sobre cómo se siente un indviduo ante las crisis generacionales.
Ben Stiller hace un trabajo increíble, digno de una nominación al Oscar. Las caras de Stiller, sus miradas, sus risas irónicas, su llanto sostenido toda la película, logran que uno se involucre y se sienta identificado con el personaje. Un viaje con su hijo a Cambridge lo enfrentará ante sus miedos, además de ponerlo en crisis en su rol de padre. Las miradas con Troy (Austin Abrams) su hijo, y los diálogos con el adolescente, pondrán a padre e hijos en conflicto. Brad retorcido hasta la médula y Troy simple y espontáneo, ambos construirán una película ácida en donde es imposible no sentirse identificado con el personaje del padre. ¿Acaso en la vida no nos sentimos un poco perderdores?
“Brad somos todo”, o al menos casi todos y eso está explicitado en un guión y en una manera de contar que es amarga (hasta la música marca el timing de la depresión del protagonista) que es difícil, pero que emociona. Brad’s status no quiere agradar, no lo pretende, y sus pasos de comedia van de la mano de lo los pensamientos fatídicos del personaje que imagina y se compara con sus amigos de la universidad. Brad’s Satus es una patadón en el alma, y eso la vuelve maravillosa. Stiller es un actorazo. Desde que la ví, no puedo dejar de pensar en Brad’s Status. Ojala les pase.