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Suenan las primeras notas jazzísticas, los créditos corren a lo largo de la pantalla y nadie necesita más información para saber de quién es el film que veremos a continuación. La marca registrada de Woody Allen vuelve a aparecer.
Los créditos terminan y el plano se abre. Hombres y mujeres vestidos elegantemente discuten y comparten chismes y anécdotas. Estamos en el Hollywood de los años 30: estrellas, agentes y magnates de la industria cinematográfica están reunidas en una gran mansión, bebiendo champagne y disfrutando de una lujosa fiesta.
Phil Stern (Steve Carell) se adueña del plano mientras la voz de Woody Allen nos introduce en este mundo conocido y retratado en infinidad de películas a lo largo de la historia. Phil es un agente de la industria, adinerado y con muchos contactos, pero él no es el protagonista de esta historia.
Es su sobrino, Bobby Dorfman (Jesse Eisenberg, indiscutible álter ego del director norteamericano), un joven oriundo de New York que decide abandonar su aburrida vida en el Bronx como trabajador en la joyería de su padre, para viajar a Los Angeles e introducirse con suerte en el mundillo del cine. Tras varios intentos frustrados, Bobby logra reunirse con su tío y éste le da una labor como asistente que lo mantiene en movimiento, permitiéndole establecer contacto con gente importante. Pero Bobby no conoce a nadie en L.A y por eso Phil le introduce a Vonnie, una de sus secretarias, que lo llevará de paseo por la ciudad y se volverá algo más que una simple compañía.
No será necesario que avance demasiado el film para saber que Vonnie (Kristen Stewart) lo terminará enamorando. Ella se presenta como una joven con los pies en la tierra, que no se deja deslumbrar por el lujo y el glamour de Hollywood, y él, un joven tímido pero dulce, caerá rendido a sus pies inmediatamente.
Café Society introduce el romance como eje principal de una historia de enredos, mentiras, desilusiones amorosas y también burlas e ironías sobre los judíos y las mafias. Las cosas no siempre son como deberían ser y eso pronto lo entenderá este protagonista ingenuo y soñador que verá que Los Angeles no es lo que él pensaba y que su hogar no estaba tan mal después de todo.
La familia judía de Bobby también tiene su lugar en el film, siendo Ben (Corey Stoll, el hermano mayor) uno de los personajes más destacables como un mafioso/gángster que tiene a cargo un club nocturno al que hace referencia el título del film. Los amigos de clase alta de Phil también serán un apoyo para Bobby en ese proceso de adaptación a los cambios de ciudad, al igual que Verónica (Blake Lively), una bella joven que alterará su vida sentimental.
Aunque es verdad que no abunda el humor, tampoco faltan los diálogos ácidos e irónicos, sobre todo provenientes de la familia de Bobby, donde cada integrante es bastante peculiar.
Grandes actuaciones de Eisenberg y Stewart (¿alguien duda todavía de sus capacidades actorales?) y una hermosa banda sonora de, por supuesto, jazz, ayudan a un film que se diferencia de todo lo hecho anteriormente por Woody Allen gracias a su director de fotografía, Vittorio Storaro (tres veces ganador del Oscar por Apocalypse Now; Reds y The Last Emperor): por primera vez Allen decidió abandonar el fílmico para trabajar en digital y eso le permitió a Storaro hacer un trabajo maravilloso, lleno de planos deslumbrantes, para lograr que visualmente sea una película impecable.
Café Society no es un film brillante ni mucho menos, pero en comparación con algunos trabajos poco memorables de Woody como To Rome With Love o Magic in the Moonlight, transmite una sensación de nostalgia y melancolía que se siente real, honesta. El anhelo de un tiempo pasado se hace presente en este film donde Allen se aleja un poco de la comedia para hacer un retrato más romántico de una época a la que homenajea.