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Esto debería ser una nota de cine. No una crítica de cine. La crítica para los críticos. No voy a decir, por ejemplo, lo que Roger Ebert del diario Chicago Sun-Times sobre la película de la presente nota: Es una fábula optimista con gran fuerza y un estilo alegre que sólo se ve en los niños; o Jordi Costa, de El País de Madrid: Logra ganarse al espectador para su causa que, finalmente, no tiene nada que ver con la cursilería y sí con la hondura emocional y la reformulación de una mirada humanista; o David Edelstein, del New York Magazine: Profundamente conmovedora y encantadoramente personal.
Yo no entendí lo que dijo ninguno (un poco a David quizás). Lo mismo la recomiendo. Tengo mis razones personales y mis razones genéricas. Dado que pueden buscar mis razones genéricas en Google, voy directamente a las personales, para lo que es necesario rebobinar.
Me tocó ver Beginners un día inoportuno. Todavía padecía los efectos colaterales de Facebook cuando la casualidad me llevó al film. Facebook funciona, sabemos, como el gran catalizador. El punto primigenio del origen y el término irreversible del final. Mi caso tuvo por punto primigenio esta conversación:
– Hola.
– hola cómo va??
(Doble signo de pregunta. A tener en cuenta).
Luego de tres meses, escribió esta frase:
– El problema es cuando esté con otro(s).
Yo no la entiendo. ¿Les pasa lo mismo? Es una oración simple con una idea concreta. La posibilidad de que pueda estar con otros hombres es real. Lo acepto. Lo que no entiendo era qué ganaba con decírmelo. Mi enunciado inmediatamente anterior rezaba:
– «Ernesto» estás con otro??
(«Ernesto» –por favor– es un nombre de ficción. Su familia no lo sabe. Sabrán entender. Otra vez, señalo, doble signo de pregunta).
O sea, el fragmento del diálogo era así:
– «Ernesto» estás con otro??
– El problema es cuando esté con otro(s).
Mi pregunta era broma. No hablaba en serio. Ocurre que no acostumbro a agregar el «jaja». No es mi estilo. Él lo sabe.
Lo pensé en la cama mirando al techo. No tenía consuelo. La frase había sido una estocada inesperada. No lo merecía. Habíamos sido amigos y después había ocurrido lo de la casa de campo, la versión local de un Brokeback Mountain en las sierras. Vivíamos la embestida de la separación, primeros síntomas de melancolía y el alerta psicótico por los sms imaginarios. Hablo en plural. Ya ven. El singular parece lo más apropiado.
Acepto tener cierta facilidad por la paranoia. La urgencia de tener las cosas bajo control. Quizás por eso soy adicto a las comedias románticas y a los dramas letales por igual. El cine funciona en mí a modo de vehículo a la filosofía. Aprendo cosas útiles sobre las relaciones humanas y el movimiento de los planetas. También me sirve para anticipar las desventajas operativas del amor. En mi peor momento, cuando me asfixiaba de pensarLO, Beginners me reveló fugaz la clave que buscaba.
Entiendo que esto parece divagar y nunca llegar a buen puerto, pero prometo que más adelante van a ver por qué esto sí es una nota de cine.
A medida que avanzaban los minutos, sentía en un espejo la imagen de lo que había pasado y de lo que podía ocurrir. El nudo es lindo, pero lo fundamental es la progresión de circunstancias que vivieron Oliver y Anna en directa relación a lo que vivimos «Ernesto» y yo. Debería decir que parte del nudo gira alrededor de la enfermedad de Hal, el papá de Oliver que, después de 40 años de matrimonio, sale del closet a los 75. Pero es irrelevante a lo presente. La frase final de Anna es, en verdad, el momento revelador. Sé que no puedo contarla por razones obvias. Por eso las vueltas y el camino difícil. Estas son las notas que tomé durante la película:
Minuto Escena
18:00 “¿Te gustaría bailar?” (Oliver a Anna)
24:48 Anna toma la mano de Oliver y caminan de la mano por el pasillo del hotel.
46:03 “Rápidamente se puede caer en soledad”. (Anna a Oliver)
34.55 Anna muerde en broma a Oliver. Están en la cama y los dos sonríen.
54:48 Él la carga montaña arriba.
64.44 «Yo no quiero parar». (Anna)
70.15 «Así era ella cuando decía “te amo” en el 2003». (Oliver – voz en off)
77:04 Anna llora con las manos en la cara.
80.36 “No estoy segura de lo que estoy haciendo. Pero quiero estar acá”. (Anna)
81.22 “No lo sé Anna. No se supone que deba sentirse así”. (Oliver)
85:47 “¿Dónde estás?”. (Oliver pregunta al vacío)
Enumero escenas bajo un mismo criterio: cada pasaje es un punto de contacto. Es viernes a la noche y nada especial pasó en el día. Mi estado de hipersensibilidad me hace ver espejismos en la historia de Anna y Oliver. Mis ganas de llorar son el preámbulo de lo que va a ocurrir. En dos docenas de horas, «Ernesto» va a besar a otro hombre. No habrá testigos pero finalmente voy a saberlo. Él me lo dirá. Mi sensación va ser pura sorpresa. Ni tristeza ni desgarro ni congoja. Asombro en bruto. Cito a continuación un pasaje de la conversación:
– Y no sé si contarte, anoche me trancé uno en la plaza. jaja. Bueno FIN.
– hola. a q viene lo d «ayer me trancé uno en la plaza jaja»? (Aclaración oportuna: ausencia de doble signo de pregunta).
– Aclaré que no sabía si debía contártelo…. (Cuatro puntos suspensivos).
– eso queda a tu criterio
pero creo q hay algo mal en esto
no me doy cuenta q
1º lo aclaraste pq sabías q podías herirme
2º lo contaste de todas maneras
3º no entiendo pq debía saberlo y menos menos el “jaja” (Uso de comillas)
«Ernesto» ha usado la palabra fin (en mayúsculas). Por primera vez. Los invito a leer entrelíneas. Luego la cosa termina enredada, confusa, enmarañada. Elijan una palabra y cierren los ojos. Así se siente. En medio de la vorágine, su explicación:
– o sea yo te veo a vos como mi cómplice.
¿Cómplice?? =O Siguen 24 horas de lágrimas contenidas. La moraleja es imposible todavía. Necesito citar a Anna y su frase del minuto 97:57. Procuren no perder el eje. Esto debería ser una nota de cine.
Por ende: la dirección y el guión de Beginners están a cargo de Mike Mills, fue estrenada mundialmente en 2011 y dura 105 minutos. Está clasificada como drama-comedia y la protagonizan Ewan McGregor (Oliver), Christopher Plummer (Hal) y Mélanie Laurent (Anna). La idea sería que vean la película. O me escriban cartas de aliento. Podemos ver qué pasa entonces. Todos amamos los finales felices.