Cine

Dark Shadows: Tim Burton bajo sombras

Por Milly Sur Bianchiman

Tim Burton, el señor de las tinieblas, maestro de los freaks, e ídolo de aquellos que admiran lo gótico, otra vez se reúne con Johnny Deep en Dark Shadows, un film basado en una serie de de la televisión norteamericana que se vio a finales de los 60.

La historia comienza en 1752, cuando la familia Collins deja Liverpool y se traslada a un pueblito de Estados Unidos para convertirlo en un pueblo pesquero. El hijo de la familia Collins, Barnabas (Deep), tiene la mala suerte de enamorar a la bruja Angelique Bouchard (Eva Green), quien al ser rechazada, mata a los padres de Barnabas, a su novia, y lo maldice convirtiéndolo en vampiro y enterrándolo vivo. Dos siglos más tarde, Barnabas es sacado de su tumba por error, y regresa a la mansión que una vez supo ser suya, para encontrarse con una familia muy dispar, un grupo algo parecido a Los Locos Adams.

Barnabas sorprende a los actuales Collins, quienes no tardan en encariñarse con el tío vampiro lejano, quien promete resucitar el negocio familiar y deshacer el hechizo que cayó sobre los Collins por su culpa.

Burton, como ya nos tiene acostumbrados, adapta versiones a sus antojos y ésta película no es una excepción a su regla. Dark Shadows, en donde el director no desaprovecha la oportunidad para recrear los años 70, transforma todos los personajes de la vieja serie en algo más oscuro y obviamente, en algo más “burtoniano”. La historia es la más pertinente de todas para realizar estas transformaciones, pero en sus trabajos anteriores, estas metamorfosis tan particulares del director servían para obviar y tapar ciertos defectos. En Dark Shadows, es tan grande la falencia del guión y su historia, que ni las actuaciones de Deep y Michelle Pfeiffer, como la madraza Collins, pueden sacar la película a flote, que hacia el final deja gusto a nada.

En la primera parte de la historia parece bien encaminada mientras Barnabas se topa con grandes choques culturales, y hace de estos los gags de la película. Por momentos recuerda al Joven Mano de Tijeras durante su transición de adaptación, en un mundo perdido donde tanto Edward y Barnabas son unos desentendidos que actúan por amor y con respeto.

 Las actuaciones en general son las que mantienen el ritmo de la película, que quizás con menos personajes y una trama más concreta, Dark Shadows hubiese sido una película de Burton digna de recordar. Johnny Deep se encarga de transformar a su vampiro en una versión muy tierna y querible del personaje que carece de maldad natural alguna. Por momentos Deep parece  meterse en la piel de Jack Sparrow pero sin ser muy obvio. Eva Green realmente da miedo como la bruja de la película, a pesar de tener muy buena química con Deep mientras dura. Chloe Moretz (Hugo) como la hija rebelde adolescente de Pfeiffer es excelente, siendo tan bizarra y absurda como el director de la película, y el resto de los personajes. Helena Bonham Carter como siempre deslumbra con cada personaje que hace, solo que esta vez su personaje de psicóloga chanta no tiene ni ton ni son en la historia.

Llena de glam rock, hipismo y guiños a películas de terror, Dark Shadows comete el error de tener muchas subtramas que no son definidas hacia el final. Otra vez parece que  Tim Burton filma por el simple placer de crear universos muy propios, descuidando terriblemente sus historias y la narración.

Dark Shadows no se acerca ni en lo más mínimo a lo mejor de Tim Burton quien necesita dejar de hacer adaptaciones que solo ensombrecen su trabajo, nublando su juicio. Pero Dark Shadows, a pesar de todo, es una buena opción para apreciar toda la belleza visual que solo él sabe mostrar

Milly Sur Bianchiman

Cinéfila. Cómic fan. Amante y defensora del hábito de leer y los animales. Detallista a ultranza. Apasionada de los recovecos del séptimo arte.