Las vírgenes suicidas (1998) y Julieta de los espíritus (1965) sobrevuelvan los sesenta y cinco minutos de la opera prima de Sol Berruezo Pichon-Riviere. La tragedia azota a la adolescente Cleo, su hermana con la que era muy unida muere. Para no caer en la depresión es rodeada por sus primas, tías y demás familiares. Desde los primeros minutos el estilo visual recuerda a la también opera prima de Sofia Coppola, Las virgenes suicidas. La atmósfera es triste, trágica, no es solemne, se dedica a recrear la infancia y la inocencia interrumpida del grupo de jóvenes. A la vez todos están envueltos en espacios abiertos que dimensionan su soledad.
Pero la fuerza del clásico de Federico Fellini aparece en el retrato de esa niñez simple, por momento fantasiosa con algunos colores fuertes sobre todo en la vestimenta de sus protagonistas en donde predomina el blanco, símbolo de la inocencia. Aun así la directora se decanta más por la película de Coppola, aunque hay que destacar que no hay licencias poéticas típicas del cine indie. Si hay dos tiempos extraños, se escucha música antigua, vemos un viejo televisor pero a la vez también vemos a las protagonistas usando un celular, tal vez una referencia a It follows (2014) de David Robert Michell que jugaba esa misma carta, una que muestra el extraño universo en donde viven los adolescentes. Ambas eran exploraciones del mundo femenino en donde irrumpía la violencia de manera inesperada, la cual traía una consecuencia en la vida social.
Los adultos apenas aparecen, se los ve de fondo o simplemente se escuchan sus voces. Este es el mundo de los jóvenes, de la imaginación, no hay espacio para la adultez, de ahí la aparición de lo fantástico, de lo irreal, incluso de lo contemplativo. Algo que los adultos vivieron pero ya que no entienden. Valoración:Excelente.
Vicenta: Una forma distinta de contar un caso aberrante
Vicenta no es una película para nada fácil, eso podría desmotivar a cierto tipo de espectador que busca sin previa aviso una historia contada de manera animada con plastilina, pero su director Darío Doria usa este recurso para contar otra cosa. Por un lado esto sirve para relatar la historia de manera más accesible, otra para demostrar que se puede hacer animación con plastilina en Argentina.
Vicenta está basada en un caso real ocurrido en el 2007 sobre una mujer de clase baja analfabeta cuya hija sufre retraso madurativo y está embarazada por culpa de una violación, cuyo culpable fue su tio. Vicenta solicita que se le practique un aborto pero la jueza que es cristiana se lo prohíbe. El caso fue de tal magnitud que termino siendo acusado el estado argentino ante la comisión de derechos humanos de ONU.
El tema es difícil de tratar y la decisión de usar animación puede chocar al principio pero tampoco se queda en eso. También hace su aparición los medios, noticias vista en la televisión sobre el caso se mezclan mientras todo es narrado por la cantante Liliana Herrero.
La película es difícil de ver, duele, genera bronca y tristeza. Es una película valiente y como toda película valiente suma riesgos. Algunos la pueden aceptar otros no, pero ahí reside su importancia. Valoración:Buena