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A principios de los años 90, el Metal se había visto desplazado por la creciente popularidad del Grunge. No se había disipado por completo, sólo había cambiado el look: camperas de cuero por camisas leñadoras. Varias bandas supieron mantener vivo el espíritu propio del metal, pero en una interpretación mucho más moderna. De esas bandas, Alice In Chains ha sido el poderoso y mejor exponente.
Podríamos decir tranquilamente que Alice In Chains se caracteriza por no tener “discos flojos”, que todos son excelentes por dónde se los escuché pero, hay uno en particular que es simplemente perfecto de principio a fin: Facelift, su álbum debut lanzado el 21 de agosto de 1990. Más allá de que fue aclamado por la crítica y recibió muchísimos elogios, lo que nos importa es lo de adentro.
Facelift tiene un sonido distintivo y ecléctico que se opone directamente al progresivo tecnicismo de las bandas a finales de los 80’s. La guitarra y la batería son más simples, pero aun así impresionantemente fuertes y pesadas, por lo que siguieron estrechamente relacionados con el Heavy Metal. Y si bien en la mayor parte del álbum corren un primitivo Black Sabbath y una sutil influencia del glam de Mötley Crüe o Guns ‘N Roses, AIC suena diferente por sus sombrías e inquietantes melodías.
Como en todo disco perfecto, encontramos temas geniales y hits potentes. “We Die Young» es el tema encargado de inaugurar el álbum. Al momento de su lanzamiento, se convirtió en una de las mejores cinco pistas de metal. Son dos minutos y medio de puro heavy metal. Una masterpiece de alto impacto.
Después tenemos a “Man in the Box» con su teatralidad e introspección. Ampliamente reconocida por su característica melodía de la peculiar voz de Layne Staley al unísono con una guitarra cargada de efectos. Muchas veces pasada por alto, pero importante en el ascenso del grunge en reunión con el metal.
El cambio de humor está marcado por “Bleed The Freak”. Representa el enojo de Alice In Chains contra el mundo: «I put up with many years of you putting us down and watching us bleed, now I’d like to see you bleed some back». En realidad, el estado de animo es el mismo en casi todos los tracks, sin embargo no aburre para nada. Se mantiene oscuro y cautivador tanto en “It Ain’t Like That” como en “Sunshine”.
Lo que cambia notablemente es el ritmo. A medida que nos acercamos a la media hora de reproducción sentimos las misteriosas vibraciones que recibimos desde “I Can’t Remember” y “Love, Hate, Love” hasta las melodías y letras pegadizas de “Put You Down” a la blusera “I Know Somethin’ (‘Bout You)”.
Si nos detenemos en la parte instrumental, tenemos la presencia de Mike Starr en bajo y a Sean Kinney en batería estableciendo una base sonora agradable para todo el álbum. Prolijos acordes y riffs convencionales del rock que se transforman en un juego extraño y magnífico de metal con blues rock gracias al talentoso Jerry Cantrell y el uso que hace de los efectos, capas y distorsiones. ¡Y cómo olvidarnos del juego de voces entre Staley y Cantrell! El trabajo vocal en este álbum es interesantísimo, al igual que en muchos trabajos de AIC.
Líricamente, Layne Staley es el epítome de los vocalistas del grunge y en este disco muestra un verdadero estiramiento facial y vocal. En algunas canciones, Layne canta de una manera tan áspera y única que no se puede explicar con palabras y en otras, trata de parecer más melódico. Además de ser un gran compositor, Jerry también canta en todos los coros. Él tiene una voz mucho más suave y armónica que la de Layne por lo que el resultado de esa unión es un eco de otro planeta con firma Alice In Chains.
Definitivamente, Facelift es muy diferente a cualquiera de su obra posterior. Aunque, la mayoría sus letras expresan depresión, malhumor y angustia, las canciones de este álbum te hacen sentir en serio como si estuvieras sumergido en la oscuridad, pero una oscuridad que tiene un encanto maravilloso y hasta acogedor.
Hay que considerar a Facelift como un premio a la mente abierta. Y, ¿por qué puede considerarse a este disco como perfecto? Porque resiste el paso del tiempo y envejece con dignidad. En otras palabras, es un disco que te hace hace sentir bien en cualquier momento, porque de alguna forma combina con muchos aspectos de la vida. Quizás, es perfecto para alguien y no para todos. Es decir, no necesariamente «perfecto en sí», sino sólo en correspondencia con la perfección de lo imperfecto de nuestro ser cuando escuchamos terminar un tema y empezamos a entonar al siguiente en loop infinito.