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Cada vez que sale un nuevo álbum de Duran Duran, aparece una compulsión por escribir titulares rebuscados anunciando “el regreso de los héroes del pop de los ‘80”. O alguna pavada en esos términos. Pareciera que no se tomaron el tiempo necesario para ver que Duran Duran nunca se fue. Los británicos han estado lanzando álbumes de manera regular desde su debut homónimo que salió al mercado hace 34 años. ¿Son realmente una «‘banda de los 80» cuando lanzaron cinco álbumes en esa década y nueve álbumes desde 1990 hasta hoy? Sin dudas, su mayor éxito comercial se produjo durante la era MTV cuando pasaban los vídeos de «Rio», «Hungry Like The Wolf», «Save a Prayer» y «Union Of The Snake» que condujeron una histeria maníaca recordando más o menos parecida a la Beatlemanía. Y desde que tuvieron un pico de popularidad con sus dos clásicos «Ordinary World» y «Come Undone» de The Wedding Album en los ’90, les costó volver a posicionarse dentro de lo más escuchado en la actualidad.
Pero como todos deberíamos saber, sólo porque las cifras de ventas de una banda ya no están a la altura de sus comienzos no significa que hayan dejado de hacer buena música. La limitación que impone la etiqueta “banda de los ’80″ no le hace justicia, y reduce todo lo bueno e interesante que han construido en los últimos 25 años. Ahora es cuando les toca una nueva evaluación, bien seria, acerca de su lugar en la historia de la música. Tal como demuestran una vez más con su último triunfo, Paper Gods, Duran Duran es la suma de músicos del showbiz más consistentes de nuestra generación pop. La mayoría de sus compañeros de los ochenta están gloriosamente decadentes o montando shows nostálgicos, tocando sus viejos éxitos en lugares que no entran más de cuatro gatos locos. Gracias a Dior, los señores británicos lograron mantenerse creativos. Sin darse por vencidos. Sin repetirse. Siempre con nuevos trucos bajo la manga. Con estilo.
Aunque Duran Duran ha sufrido algunos cambios de formación, al igual que la mayoría de las bandas con más de 30 años de historia, el núcleo Simon LeBon, Nick Rhodes, Roger Taylor y John Taylor se ha mantenido sólido. Mark Ronson, uno de los principales productores en el negocio y colaborador de la banda en All You Need Is Now, estuvo detrás de los controles. Acompañado por coproductores como Mr. Hudson (conocido por su trabajo Kanye West y Miley Cyrus), Josh Blair, Nile Rodgers, el hitmaker indiscutible. Más allá de que muchos jovencitos conocieron a Rodgers gracias a lo último de Daft Punk, ha tenido una historia profunda con Duran Duran, después de haber trabajado con ellos en algunos de sus éxitosos más memorables.
Paper Gods es pop. Un pop fuertemente influenciado por su combinación new wave y funk. Por momentos bailable, pero maduro y orientado a su predecesor All You Need Is Now. De ninguna manera suena como un intento desesperado para atraer a una generación que se burla de sus papás por cantar «Please, please, tell me now! Is there something i should know?” Claro, hay guiños a su apogeo en los ’80 en el sonido; y alusiones visuales que representan símbolos de la banda en el arte de tapa. Pero incluso con esos guiños al pasado, Paper Gods está firmemente plantado en el presente y mirando hacia el futuro. Es emocionante escuchar la voz de Simon LeBon, sonando tan bien como antes , a lo largo y ancho de 50 minutos, en especial en el tema de apertura que lleva el mismo nombre que el disco. «Pressure Off» es el primer single, un pedazo del espíritu funk pop que tiene como invitada a la versátil Janelle Monáe. Como en gran parte del álbum, hay destellos de sintetizadores, brillantes, retro, que sacuden el ambierte moderno y elegante. «Danceophobia» es un track épico y viene con sorpresa incluida: Lindsay Lohan.
La balada preciosa “What Are the Chances?” se desmaya y se balancea majestuosamente en la tradición de himnos como «Save a Prayer” y «Ordinary World». John Frusciante teje su guitarra a través de una grandeza melancólica llena de ondas de ensueño, cinemáticas. Otro destacada es “Change The Skyline”, y cuenta con Jonas Bjerre, vocalista de la banda danesa Mew, cuya voz combina a la perfección con la de LeBon. La corista Anna Ross, siempre firme con DD, brilla en «Butterfly Girl» mientras que Frusciante no deja de deleitarnos con su presencia.
El álbum finaliza con epopeyas back to back de seis minutos. «Only In Dreams» cuenta con uno de los arreglos más calculados en el álbum, con armonías elegantes flotando delicadamente sobre la instrumentación funky. «The Universe Alone” podría funcionar como lado de B de “A View To A Kill” de 1985, pero a su vez expone nostalgia y drama noventoso. Frusciante, no deja de añadir parte de su guitarra, que se enrolla alrededor de ritmos y teclados electrónicos, distorsionados, con un coro angelical ascendente que se desvanece al silencio.
Paper Gods es una maravilla sónica, muy bien producida por colaboradores estratégicamente elegidos. Es una fiesta emocionante para los oídos. Con algo nuevo. Inesperado. Escucharlo a todo volumen y luego probarlo en los auriculares para experimentar los detalles es una tarea que no pueden posponer. Para los aficionados que sólo conocen los imparables ’80 de LeBon y compañía, háganse un favor: escuchen Paper Gods inmediatamente. De principio a fin. No está mal sentir nostalgia y recordar lo geniales que fueron los ochenta, pero la banda sigue siendo tan vital en 2015 como lo fue en 1983. Pueden tener defectos en algunas partes, como cualquier ser humano, pero nadie puede negar que Paper Gods es un esfuerzo ambicioso que justifica la existencia de todos los dioses adorados por Duran Duran.