Cine

Efecto héroe: Crítica de Projecto Power

Por Germán Pérez

Un policía (Jospeh Gordon-Lewitt), un ex-soldado (Jamie Foxx) y una joven traficante (Dominique Fishback) deciden unir fuerzas para derrocar una nueva red de distribución de drogas cuyo objetivo es brindar al usuario superpoderes por cinco minutos. Dirigida por Ariel Schulman y Henry Joost (Viral, 2019), Proyecto Power es una película con grandes ideas pero también con numerosos interrogantes.

La película plantea en su primer acto tres puntos de vista diferentes sobre personas que viven rodeadas (en diferentes circunstancias) de Power (el nombre de la droga). En ese aspecto el guión escrito por Mattson Tomlin funciona correctamente ya que permite al espectador adentrarse en los diferentes status de una ciudad viviendo cambios extraordinarios, todo perfecto en un inicio para Tomlin, lamentablemente estas buenas ideas y correctos planteamientos se desvanecen rápidamente por que el guionista intenta alcanzar la salida fácil de toda situación y lo que al principio resulta novedoso poco a poco se reconoce como algo anteriormente visto.

Jamie Foxx y Joseph Gordon-Levitt movilizan las situaciones de manera correcta para mantener cada escena a flote con lo justo, de todas formas estos dos carismáticos actores no logran trascender a sus papeles y simplemente sus  nombres concluyen en «el policia» o «el militar»; es gracioso ver cómo Schulman y Joost intentan crear escenas riesgosas convincentes (fracasan monumentalmente en ello) y por otro lado Foxx y Gordon-Levitt ofrecen cero química entre ellos y parece que estar más enfocados en el cheque que en la historia o escena pactada en si. La situación de Gordon-Levitt es bastante ejemplar ya que su personaje aparece por conveniencia y es absolutamente desechable si realmente los creadores de este mundo se jugaran a más… en ningún momento lo hacen.

El principal problema que sufre Proyecto Power es cómo en su infinidad de indecisiones tampoco logra cementar un villano claro. En la extensión de toda la película vemos personajes pintorescos que se van perfilando para lo que es «el villano definitivo» no obstante nunca se detiene para explicar razones o motivos, sólo ofrece caras como si fueran condimentos imperceptibles. Rodrigo Santoro ofrece un camaleónico antagonista pero luego queda completamente opacado por una bizarra y abrupta resolución digna de ¿WTF?.

Project Power utiliza como punto de defensa una cantidad considerable de efectos digitales, muchos de ellos funcionan correctamente para demostrar el poder y efecto de la droga sobre cada cuerpo humano con resultados llamativos, en cambio otros se pueden definir como un «exceso de egocentrismo». Todo esto crea un problema de inestabilidad ya que lo malo opaca lo bueno y los efectos CGI son desperdiciados para, literalmente, destruir containers y eliminar la existencia de personajes extras, son un despropósito que no consigue convencer en absoluto.

Demasiado color para algo que resulta vacío, Proyecto Power es una película cuya idea original logra interesar sin embargo al pasar los minutos pierde su encanto. Entre sus numerosas inconsistencias se destacan grandes actores, pero ninguno de ellos hace justicia para poder mantener esta nueva producción bajo el efecto de diversión asegurada. Valoración: 45/100.

Germán Pérez

Lector, escritor y cinéfilo. Pasa sus días en el gimnasio y viendo viejos y nuevos clásicos del cine. Fanático de Michael Mann.