Te recomendamos:
“¡¡¡Felicitaciones!!! El cine argentino, cada vez mejor” exclama una cinéfila italiana mientras abraza a Oscar Martínez apenas termina la proyección. Es que El Ciudadano Ilustre se llevó absolutamente todos los aplausos de críticos, espectadores, cineastas e invitados en la función de gala de hoy.
Los estrenos oficiales en el Festival de Venecia se dan por la tarde en la Sala Grande para que espectadores y periodistas puedan estar junto a los actores y directores de cada film. Ese es el momento de mayor contacto con la prensa y el público, y el mejor si la película gusta tanto como El Ciudadano Ilustre, que compite por el León de Oro en la 73 Mostra Internazionale d’Arte Cinematográfica.
Mirando superficialmente, cualquiera podría decir que son 120 minutos de comedia argenta, pero este largometraje de la dupla Mariano Cohn y Gastón Duprat (El Hombre de al Lado, 2006) va mucho más allá de los gags sargentos y las postales criollas, ya que pone en juego la identidad, el nacionalismo, el rencor y la idiosincrasia argentina.
Italianos felicitando a Óscar Martínez y Andrea Frigerio. Un vídeo publicado por NegroWhite (@negrowhite) el
Daniel Mantovani (Oscar Martínez) es un escritor argentino que vive en Europa desde 1970 pero que ganó un premio Nobel a partir de una de sus novelas características por retratar la vida en Salas, un pequeño pueblo de Buenos Aires en el que nació y creció pero al que nunca más volvió.
Entre la exagerada correspondencia que recibe diariamente le llega una carta de la municipalidad de Salas para invitarlo a recibir el máximo reconocimiento del año en su pueblo: la medalla de Ciudadano Ilustre. Cuando lee esta invitación, le comenta a su asistente “lo mejor que hice fue escapar” de ahí, pero a los pocos minutos se retracta y, pese a la apretada agenda que tenía esa semana, decide viajar solo hasta su pueblo de origen.
Como si el avión fuera una máquina del tiempo, se encuentra con el lugar donde pasó su adolescencia, con la misma gente, costumbres y diálogos, como si nada hubiera cambiado. Como una caricia a su corazón, el escritor camina por cada rincón de su tierra donde se encuentra con él mismo a través de otras personas.
Al principio, Salas lo recibe con agradecimiento, alegría, admiración y ovación; hasta hay un reencuentro con su ex novia, Irene (Andrea Frigerio) que se casó con un viejo amigo (Dady Brieva) y propuestas indecentes de jóvenes fanáticas como Julia (Belén Chavanne). Pero luego el egocentrismo de escritor lo invade cada vez más, admitiendo que “los escritores no están conformes con cómo ven el mundo, por eso necesitan inventar cosas”, y criticando ciertos aspectos de la vida pueblerina, provocando el rechazo, enojo y extrañez de sus vecinos.
Lo que busca esta dupla no es sólo contrastar dos realidades totalmente diferentes, como la de un escritor famoso en Europa y un pueblerino en América Latina, sino reflexionar sobre la satisfacción y el orgullo que genera el lugar de donde cada uno proviene, la contradicción personal y su forma de mirar el mundo a partir de esto.
Los mismos directores explicaron que la idea surgió del popular refrán «Nadie es profeta en su tierra». Con el fin de mostrar la tensión que le genera a una celebridad regresar a su ciudad de origen, eligen a un escritor para buscar opuestos e incluir como una suerte de desquite por el Premio Nobel negado.
En su auge actoral, Oscar Martínez crea su personaje siguiendo el guión y el imaginario colectivo pero también incluye su propias experiencias, ideas, opiniones y puntos de vista como argentino.
Es así como El Ciudadano Ilustre toma esta patología argentina y la analiza desde diferentes ángulos: la viveza criolla; el fanatismo; la violencia; el idolatrismo; la hipocresía; el conformismo; el machismo y la historia. Está en cada argentino poder sentirse identificado (o no) con la argentinidad proyectada en la gran pantalla veneciana.
Auspicia la cobertura de La Biennale, Agustin Andrea Agencia Boutique de Viajes.
