Series

El drama forense en la historia de las series de TV

Por Luis García Fanlo

La historia de las series de televisión es la historia de la creación de recursos e innovaciones para captar y retener audiencias, ante el triple obstáculo que supone el corte comercial, la repetición de estructuras narrativas que imponen los tiempos televisivos, y las limitaciones de los bajos presupuestos en la puesta en escena.

Una respuesta innovadora, que apareció a fines del siglo XX y principios del XXI, fue el nacimiento de las series con continuidad episódica tanto en televisión abierta como en cable, las cuales permitieron ampliar el universo diegetico y utilizar la serialidad al modo de los capítulos de una novela atrapando al telespectador en una historia en la que los episodios no tienen un final sino una eterna continuidad. Asimismo, cuando estas series son emitidas por la televisión por cable y en algunos casos particulares, los canales omiten la publicidad, omitiendo así el corte publicitario.

Pero la respuesta más recurrente consistió en innovar reactualizando o re-imaginando las temáticas de las series autoconclusivas que dominaron la pantalla chica en las décadas del ’70 y ’80. Estas reimaginaciones –no remakes– implicaron en muchos casos hibridaciones y fusiones temáticas y genéricas, y en otros, independizar un elemento secundario y convertirlo en principal. De modo que hoy quiero referirme a los procedimentales médico-policiales-forenses de ayer y de hoy que son los que plantean más visiblemente para el telespectador los tres obstáculos que les mencionaba.

Un caso interesante es el de la serie Quincy, M.E. un procedimiental protagonizado por Jack Klugman, que se emitió entre 1976 y 1983 que si bien era, como decimos hoy, un drama médico, mostraba a un Dr. Quincy que era, a la vez, forense y detective. De esta serie podemos decir que se diseccionaron y reimaginaron por separado sus tres componentes dando lugar a un nuevo género, el drama forense.

Desde luego que estoy hablando de la serie CSI (CBS, 2000-2013), continuada por CSI Miami (CBS, 2002-2012) y CSI. Nueva York (CBS, 2004-presente) y el novedoso recurso del crossover entre la franquicia y las series Cold Case (episodio Cold Reveal, 2 de mayo de 2007) y Without a Trace (episodio Who and What, 9 de noviembre de 2007).

También se utilizó este novedoso recurso para producir episodios en los que interactuaban los personajes de las tres CSI en los respectivos episodios piloto de CSI Miami y CSI Nueva York; por otra parte tuvimos un episodio de dos partes que comenzó en CSI Miami (episodio Felony Flight, 7 de noviembre de 2005) y concluyó en CSI Nueva York (episodio Manhattan Manhunt, 9 de noviembre de 2005). Por supuesto que también tenemos a Criminal Minds (CBS, 2005-presente) y NCIS (CBS, 2003-presente) que ensamblan el género con la temática de asesinos seriales, en el primer caso, y del drama militar en el segundo.

Muy pocos recuerdan hoy a Quincy, M.E. y ese olvido tiene mucho que ver con el éxito de las nuevas series que han nacido de ella. Porque si no las olvidáramos no sería posible vender los actuales shows como grandes innovaciones de una nueva era de las series de televisión. En todo caso lo nuevo tiene mucho de lo viejo encima y solo la magia de los productores, guionistas y showrunners hace que parezca que las series no tienen historia y si la tienen no vale la pena recordar.

Yo opino

@VictoriaBarberis

El éxito del drama y la necesidad de reinventarse

El drama forense y el ahora denominado drama médico no son sólo una tendencia actual. Durante años, estos géneros se fueron haciendo fuertes en la pantalla chica, convirtiéndose en un recurso inagotable para las grandes cadenas. No en vano la histórica General Hospital lleva más de cincuenta temporadas al aire (comenzó a emitirse en abril de 1963). Tampoco es casual que, echando mano del desgastado recurso del spin off (o secuela), se recurra una y otra vez a una serie exitosa, sacándole todo el jugo posible (como es el caso de Private Practice, derivada de la popular Grey’s Anatomy).

Sucede que las series que abordan estas temáticas son una suerte de mina de oro, donde los productores ven una fuente inacabable de posibilidades. Entonces, si todo lo que puede dar el guion ya ha sido explotado, se recurre a las secuelas y se recurre también al crossover como modo de perpetrar el éxito (claro que, no por ambiciosos estos recursos dejan de ser ingeniosos a su manera). Hay una necesidad constante de reinventar el género, de que siempre exista de alguna manera el espíritu de una CSI, de Criminal Minds, de Bones.

La pregunta es por qué esta derivación del drama permanece siempre vigente o por qué se echa mano de series históricas para asegurar su continuidad. La respuesta está, precisamente, en la gran necesidad de información que hay en las audiencias. El drama médico-forense existe en función de la curiosidad de aquellos que están ávidos de aprender acerca del propio cuerpo, de aprender sobre una realidad que es posible para cada uno de nosotros pero que está representada ésas otras personas que aparecen en pantalla.

Si bien no existen pruebas científicas de que ver este tipo de series ayude a aumentar la conciencia del cuerpo, la mente y la salud humana o a profundizar en cuestiones como la enfermedad y la muerte, sí es cierto que estos temas mueven una curiosidad muy importante, incitando a los espectadores a acercarse cada vez más. La gran conquista de estas series radica nada más y nada menos que en la búsqueda de respuestas, en la incertidumbre respecto al funcionamiento del organismo y lo que sucede cuando deja de funcionar (naturalmente, o mejor aún para los propósitos de la trama, de modo abrupto y misterioso)

También está, como en toda serie de drama en un sentido general, la cuota de voyeurismo. Esa sensación de que nos estamos asomando a la intimidad de otro que no puede vernos, pero que nos deja vivir sus dolores, incertidumbres y miedos. La sangre y la muerte como recursos componen otros espacios que funcionan como una puerta de entrada a estas historias.

 

Las emociones juegan un papel muy importante en estas temáticas, abriéndonos mundos que desconocíamos hasta entonces: ¿Qué pasó con la víctima? ¿Qué pasará con el paciente? ¿Cómo mueren? ¿Qué se siente enfermar o morir? ¿Cómo lo viven los demás? Algo parecido sucede con quienes se sienten atraídos por las historias que tratan los sentimientos humanos, la muerte y hasta lo esotérico: nos estamos asomando a un mundo nuevo (muchas veces prohibido) en busca de respuestas.

Las cadenas solo identifican esta necesidad y la explotan una y otra vez. De allí que existan tantas series con temáticas parecidas, tantas remakes para asegurar el éxito duradero. Nuestra propia curiosidad ha despertado la creación de E.R., de Dexter y hasta de The Walking Dead, pasando por alguna que otra infame serie de vampiros. Nosotros mismos somos la clave de la necesidad que han tenido las series de reinventarse continuamente a lo largo de la historia.

Luis García Fanlo

Luis E. García Fanlo (Buenos Aires, 1957) Doctor en Ciencias Sociales y Sociólogo (UBA). Investigador del Área de Estudios Culturales (IIGG-UBA). Investigador del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (UNR).