Cine

El Llanero Solitario, nada es lo que parece

Por Luciano Mariconda

La versión cinematográfica de El llanero solitario costó alrededor de 250  millones de dólares. Es decir, mucho dinero. Demasiado si se tiene en cuenta el resultado final de la película, más fallido que logrado. ¿Por dónde se puede empezar a hablar de un film tan costoso como extenso? Un buen comienzo sería establecer quienes son sus responsables.

Hay un director (Gore Verbinski), tres guionistas (Justin Haythe, Ted Elliot y Terry Rossio) y un actor protagónico (Johnny Depp, por supuesto) que repiten la fórmula de Piratas del Caribe, ese éxito que se parece a un buen chiste que se estira hasta perder por completo la gracia. No hay en Disney –la productora de la saga de los piratas y de este film- ni en el director miedo alguno a la repetición: las andanzas de Jack Sparrow en el agua se parecen demasiado a las aventuras del llanero (Armie Hammer) y su compañero Toro (Depp).

En muchas películas, el fin justifica los medios. No en esta: con sinceridad, si el resultado fuese satisfactorio no nos importaría que este film contenga los mismos métodos del pasado. En El llanero solitario está lo bueno y lo malo de la carrera del realizador. Lo malo, como en Piratas del Caribe, es la duración. Como ocurre con su compatriota Michael Bay, a Verbinski le encanta que sus films duren más de dos horas. Hay que tener pulso para que un relato atrape por más de 120 minutos, y este no es el caso.

El problema de El Llanero Solitario está menos centrado en la acción que en las temáticas, que se superponen una sobre otra sepultando el interés del espectador. Ante la tercera duda del protagonista sobre si hacer justicia a mano propia, el film cae en graves pozos narrativos.

En los últimos años, muchas películas de superhéroes (con El caballero de la noche y la reciente El hombre de acero a la cabeza) se han centrado más en la psicología de los personajes que en la acción que los definen como salvadores y justicieros. Antes de luchar contra el mal, buscan primero respuestas a cuestiones existencialistas que lejos están de la eficacia con la que peleaban contra los villanos. El llanero solitario sigue esta misma línea, con un protagonista (Armie Hammer) que busca justicia ante la muerte de su hermano por parte de un asesino despiadado llamado Butch Cavendish (muy bien William Fichtner). Sin embargo a pesar de su solemnidad, Nolan resulta un mejor creador de personajes que los guionistas de este film.

El llanero solitario es un film que tiene una profundidad; pero ésta es falsa, únicamente se encuentra para rellenar los 150 minutos de película.

Antes que despareja, la relación entre Johnny Depp y Armie Hammer es incómoda. Esto sucede por varios motivos: el primero tiene que ver con el llanero en cuestión. Hammer es un actor interesante pero sus actuaciones están mucho más logradas cuando se oculta en los roles secundarios. No es mala la interpretación de este actor, pero sí se nota su rigidez ante su primer
protagónico. Depp, por otro lado, está menos insoportable que en otro papeles (como Jack Sparrow, sin ir más lejos) y con unas miradas puede barrer de la escena a su compañero (en este sentido, la secuencia en una cárcel es ejemplar).

Por momentos se siente que el film depende de la figura de Depp, como si en el interior sintiese que necesita darle vida a la alicaída presencia del llanero. Sin embargo, hay escenas que están muy bien acá. hay una en particular que mezcla el himno de Estados Unidos con una serie de hechos terribles, como robos, asesinatos, lujuria y corrupción. El film claramente plantea un discurso sobre cómo el progreso está manchado con sangre a partir del destierro de los indios de sus tierras. Es realmente interesante esto último, en especial porque es creada desde las entrañas del sistema de estudios.

Pero más allá de esto y de los muchos homenajes al western y al cine mismo, El llanero solitario sufre la dirección de Verbinski. El comienzo y el final de esta película, con coreográficas secuencias de acción, conforman un film dinámico, claro, perfectamente editado. En un momento, Toro se sube a una escalera arriba de un tren, y la felicidad es completa. El cine parece ser eso: subirse a esa mole cargada de historia y dotarla de múltiples posibilidades dinámicas.

Es una gran lástima que en el medio el film acumule personajes (Helena Bohman Carter no está desaprovechada: pasa tan desapercibida que ni siquiera es digna de análisis) y secuencias fallidas (las escenas cerca de una mina de plata restan el interés de manera notable). Cuando una película pretende tanto, es casi seguro que finalmente no mostrará demasiado.

Luciano Mariconda

Hawks, Bresson y Tom Cruise. Eterno apasionado por toda la experiencia cinematográfica e interesado en otras disciplinas artísticas. Siempre en movimiento.