Cine

El poder del desastre: Crítica de Cats

Por Germán Pérez

Tom Hooper (The King’s Speech, Les Miserables) no da tregua ni piedad al presentar 110 minutos continuos en una sola presentación de personajes. Insufrible, confusa, carente de razón e ineficiente en su existencia Cats es el primer paso de introducción a la lista de lo peor del año.

Grotesca por donde se la mire la nueva película de Tom Hooper fracasa en casi todo lo que se propone iniciando un recorrido de dolor a lo largo de una noche interminable hosteada por grandes talentos desperdiciados. Cats es una mala película, pero a diferencia de otros ejemplos también resulta aburrida y la capacidad de su director para lograr un proyecto contundente de aspectos positivos se perdió hace años. El galardón personal de Hooper en el año 2010 a Mejor Director – para muchos un desmerecido premio – tendría que ser un constante recordatorio que la extrema suerte le sonrió y que no va a pasar de nuevo. Cats es un efecto de karma pasado para Tom Hooper.

La palabra Jelico – clásico de la obra – pone a prueba la paciencia del espectador a segundos de comenzar la película con un confuso número lleno de preguntas y ninguna respuesta ¿Qué es Jelico? ¿Un tipo de gato?, ¿Un tipo de grupo? para muchos esa pregunta queda en suspenso indefinidamente ya que la película no da respuesta alguna sobre ese tema en ningún momento. Todo… es… Jelico.

No es sólo Jelico sino un compendio innecesario de palabras extrañas sin propósito ni explicación dominante, un lenguaje soso que no funciona para la pantalla grande; el teatro tiene la espectacularidad de la puesta en escena en vivo, algo mágico e indispensable para la obra de Cats que no necesita explicación, no obstante en el mundo del cine la falta de datos sumado a la carencia de pausas para situar situaciones en este mundo gatuno no funciona para nada; la confusión va ganando entidad hasta que el proyecto es el equivalente del Titanic a punto de chocar con un iceberg y Cats choca una y otra vez con ese gigante destructor y parece disfrutar de ello. El bochorno máximo: un número de cucarachas clonadas al ritmo de la voz de Rebel Wilson.

El film cuenta con una gran cantidad de errores visuales que no hacen justicia para la enorme suma de dinero que costó su producción – 100 millones de dólares -. Hay problemas técnicos de todo tipo: caras que se descolocan fuera de su zona natural por movimientos, manos humanas en cuerpos de gatos, vestimenta innecesaria… y esto es sólo una introducción del desastre. Si Cats es un festín, es un festín de errores.

Las sorpresas no terminan ahí, si se tiene un dominio de inglés aceptable van a poder identificar como los subtítulos no coinciden con el audio en casi la totalidad de duración del film. Esto es una cosa asombrosa que despierta interés por que lo que oímos no coincide con lo que vemos y además las líneas no tienen sentido alguno; ¿cómo es posible pasar por alto este tipo de cosas? la magnitud de esta encrucijada es tan grande que necesita ser señalada para que no suceda nuevamente. 

Si al finalizar este año que recién comienza observamos la olla del rejunte de lo peor del año en la superficie vamos a encontrar a Cats, y si revolvemos con ganas y bien profundo no sólo vamos a encontrar de vuelta ese título sino también el nombre gigante de Tom Hopper apadrinando el proyecto. Cats es una experiencia inolvidable, inolvidable para su equipo de producción, actores, guionistas y director… también y lamentablemente es inolvidable para el espectador por todo lo malo que ofrece y el sabor amargo y dolor de cabeza que deja tras finalizar. Valoración: Mala.

Germán Pérez

Lector, escritor y cinéfilo. Pasa sus días en el gimnasio y viendo viejos y nuevos clásicos del cine. Fanático de Michael Mann.