Últimamente se viene hablando de la gran cantidad de películas basadas en hechos reales que llegan a la cartelera, en su mayoría provenientes de Estados Unidos. Y en este caso no se está ante una excepción, pero sí ante otro tipo de historia: lejos de las obras biográficas, este film se dirige a la cima de la montaña más famosa del mundo, el Monte Everest.
Los sucesos que narra el nuevo film de Baltasar Kormákur (2 Guns; Contraband) son conocidos por muchos y han quedado en la historia de las grandes tragedias asociadas al Everest. Entrar en detalles supondría revelar datos importantes de la trama, pero vale decir que con sólo ver el tráiler o leer una sinopsis, uno ya sabe que no va a ver una película precisamente feliz sobre el tema. (disculpen si consideran spoiler lo que viene a continuación)
En el año 1996 se realizaron expediciones al Monte Everest a cargo de dos compañías de guía de montaña: Adventure Consultants (dirigida por Rob Hall) y Mountain Madness (liderada por Scott Fischer). Estas expediciones fueron posteriormente criticadas por su componente comercial y por aceptar muchos clientes que no estaban realmente preparados para semejante desafío. Escalar el Everest no es cosa de niños y la película deja muy en claro que el dinero y la actitud no son suficientes para alcanzar dicha meta.
Baltasar Kormákur retoma los famosos sucesos focalizándose en el día del ascenso: el 10 de mayo de 1996. Por ende, en la primera parte del film se presentan los personajes más importantes y en algunos casos a su familia, aquellos que dejan atrás al momento de embarcarse en la difícil aventura. Y una vez introducida la compañía de guía que buscará llevarlos a la cima del mundo, el film se mete de lleno en el interior de la montaña: los diversos campamentos; la gente encargada de la seguridad de los clientes; las precauciones que deben tomar y los riesgos a los que se expondrán física y mentalmente los personajes.
Hasta el ascenso, Everest parece un relato acerca de varias personas que por alguna razón deciden dejar atrás sus hogares y arriesgar sus vidas con tal de escalar el monte más peligroso del planeta.
“¿Por qué?” les pregunta Jon Krakauer en un pasaje del film, cuando todos están sentados a una mesa. No todos pueden contestar esa pregunta con seguridad.
Pero una vez comenzado el camino hacia la cima, Everest se convierte en un film aterrador, visual y sensorialmente hablando, acerca de los peligros y los riesgos de desafiar a la madre naturaleza, sobre todo si no se está 100% preparado.
Con elementos del mejor cine catástrofe, Everest no deja que uno se relaje en la butaca. Lejos del mero entretenimiento pochoclero para apagar el cerebro, la película golpea todo el tiempo al espectador. Le hace sentir las peripecias de estos personajes que con mucha mala suerte se encuentran iniciando el descenso cuando se aproxima una tormenta que arruina por completo la expedición desatando el drama y la tensión en las alturas.
Las imágenes de la montaña son abrumadoras y terroríficas. Tan terroríficas como la imagen del hombre, ser insignificante en el escenario que lo rodea, tratando de vencer a las incontrolables fuerzas de la naturaleza.
Incluso los dilemas que se les presentan a los personajes se transmiten al espectador que observa el desastre desde afuera. Cuando los pulmones no dan más y el oxígeno se empieza a acabar, hay dos opciones: seguir adelante sabiendo que el riesgo de morir es grande pero la meta está cerca; o volver atrás, admitir la “derrota” (¿es realmente una derrota?) y en todo caso lamentarse de por vida no haberlo conseguido.
El film reúne a un gran elenco: Jason Clarke, John Hawkes, Michael Kelly, Jake Gyllenhaal y Josh Brolin le dan vida a algunos de los montañistas mientras que Keira Knightley y Robin Wright se ponen en el papel de las esposas de Rob (Clarke) y Beck (Brolin) respectivamente.
Impactante, visceral, dramática y (por momentos) emocionante, Everest mete de lleno al espectador en una de las expediciones más difíciles y desesperantes que se puedan imaginar.
Si por momentos la espectacularidad le gana al relato intimista o si los hechos se ven distorsionados en ese afán de volver al film tan hollywoodense (clichés incluidos), son cosas que se le pueden objetar, ya que lejos está de ser un film perfecto.
En lo que probablemente todos pueden estar de acuerdo, es en la crudeza con que la madre naturaleza se hace sentir, saliendo victoriosa en una batalla despiadada contra el hombre.
Jon Krakauer y su libro Into Thin Air
Lo curioso de esta historia es que uno de sus protagonistas fue el conocido periodista y escritor Jon Krakauer. Krakauer (el hombre detrás de Into The Wild) trabajaba para la revista Outside pero también tenía experiencia como montañista. Decidido a escalar y escribir, se unió a Adventure Consultants y junto con el resto del grupo, emprendió el camino hacia la cima. Su visión sobre lo acontecido fue plasmada en el libro Into Thin Air: A Personal Account of the Mt. Everest Disaster, donde además de narrar su experiencia fue muy crítico con muchas de las cosas que se vivieron en ese momento. De hecho, otro de los involucrados en la historia, Anatoli Bukréyev (que formaba parte de Mountain Madness y fue criticado por Krakauer debido a su postura de escalar sin oxígeno) también escribió un libro sobre la tragedia titulado The Climb: Tragic Ambitions on Everest donde contradecía al periodista de Outside. Ambos libros generaron polémica por las acusaciones que contenían.