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El sábado Ethan Hawke era la estrella de la noche, hoy fue el turno de Ewan McGregor. Mientras el primero recibió el Premio Donostia este año, el segundo lo logró en 2012. Igualmente, ambos son los favoritos del Zinemaldia 2016 por lo que nos es imposible elegir a uno.
Con sólo 45 años, el actor británico lleva dos décadas en la industria del cine. Debutó con Robin Williams en Being Human (1994) y se volvió un ícono del cine con Trainspotting (1996) de Danny Boyle.
Se consolidó con Moulin Rouge! (2001) de Baz Luhrmann; aumentó su fama con Big Fish (2003) de Tim Burton y alcanzó el éxito internacional con su papel de Obi-Wan Kenobi en Star Wars (1999, 2002, 2005). Continuó con The Island (2005), The Ghost Writer (2010), Beginners (2010), Lo imposible (2012), Miles Ahead (2015) hasta cumplir su sueño: ser director de su propio film.
El escocés llegó a Donostia para presentar su ópera prima, el crimen – drama American Pastoral. Como uno de los 22 títulos de la Sección Oficial del festival, el debut de McGregor puede llevarse la Concha de Oro mañana en la gala de cierre de la edición número 64 del Festival de San Sebastián.
“Estábamos Fanning, Connelly y yo en el proyecto desde el principio. Pero fracasó una vez, fracasó dos, y llegué a pensar que no se daría. Fue entonces cuando me di cuenta de que llevaba 15 años buscando una buena historia para mi primer trabajo en dirección y la tenía delante desde hacía tres… hasta que mi mujer me dijo ‘deberías dirigirla vos!”, comenzó diciendo el actor británico en la rueda de prensa.
Basada en la novela homónima de Philip Roth, American Pastoral narra la historia de Seymour Levov, alias El Sueco, un legendario atleta devenido en un exitoso hombre de negocios que vive una vida soñada en el medio del campo con su mujer Dawn (Jennifer Connelly) y su adorable hija, Merry (Dakota Fanning).
El Sueco es el típico héroe de origen humilde pero admirado por toda la comunidad judía de Newark (New Jersey), por ser un exitoso negociante, deportista, y justiciero que busca siempre lo mejor para su comunidad y familia.
Sin embargo, a medida que van pasando los años, la relación con su hija se ve dañada por una sucesión de celos, rencores y competencias entre las dos mujeres de la casa que se vuelve una lastimadura abierta y cotidiana, tangible en la tartamudez de la adolescente.
Pero la crisis socio-económica de 1960 trae consigo un cambio generacional de valores e ideales que impactan a Merry, captada por grupos de movimientos políticos anti sistemas que, desde Nueva York, la inducen a realizar un ataque terrorista en su pueblo. A partir de este suceso, la joven de 16 años tiene que huir, generando el quiebre del vínculo filial para siempre.
«Ella lo siente tan profundamente que no sabe cómo sobrevivir, no puede recuperar lo de antes y toma esa decisión trágica que es revertirse a sí misma y volver a empezar para poder seguir adelante (…) Su decisión significa cuánto supone para ella, tanto que no puede seguir sin su hija», explica Jennifer Connelly.
Haciendo alusión a la época de la postguerra y el nacionalismo estadounidense, el realizador contó:
Quería que fuese la historia de esta familia, pero también la historia de Estados Unidos, cuando el sueño americano choca con el movimiento radical antibelicista.
Y poniendo en contexto social la situación actual de los negros en Charlotte, indicó: «Estados Unidos aún experimenta tensiones raciales como las mostradas en el film, en momentos en que la brutalidad policial contra los negro sigue sucediendo».
Finalizando la conferencia de prensa, Ewan McGregor dejó de lado su origen del Primer Mundo para concluir: «Uno esperaría que aprendiéramos y avanzáramos, pero por supuesto parece que seguimos moviéndonos en círculos«.
