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El género zombi se caracteriza por tomar cierta distancia descriptiva y explicativa sobre el surgimiento de los muertos-que-caminan y cuando lo hace intenta parecerse lo mínimo posible al género epidemias virales mundiales. En general, la mayoría de estas historias comienzan cuando solo quedan unos pocos sobrevivientes humanos y se centra no tanto en los zombis sino en la paulatina pérdida de humanidad de los que aún continúan vivos, como es el caso de The Walking Dead. El género zombi habla más sobre los humanos que sobre los muertos-vivos intentando explorar lo que sucede con la condición humana cuando desparecen las instituciones, los habitus y las estructuras de poder que nos hacen civilizados.
De modo que el género zombi está incluido dentro de las historias apocalípticas sobre el fin del mundo y, a la vez, comparte fronteras difusas con el género epidemias o catástrofes planetarias. Se trata de algo tan antiguo como las historias bíblicas (Apocalipsis, diluvio universal) y de algo tan nuevo como la tanatopolítica en tiempos de la biotecnología y los viajes espaciales.
La serie The Walking Dead es la más vista de la televisión de cable de los últimos tiempos y, por consiguiente, la historia televisiva sobre zombis más popular entre las tantas que están actualmente en emisión (Z-Nation, iZombie, In The Flesh). De modo que hacer una precuela que además intente mostrar el inicio de la epidemia resulta un desafío difícil de encarar satisfactoriamente. Es el caso de Fear The Walking Dead, la nueva serie de AMC, cuya primera temporada de seis episodios se emitió con un previsible resultado desparejo en términos de audiencia –comenzó con registros muy altos y fue bajando episodio a episodio hasta finalizar- y con una promesa de una segunda temporada de 15 episodios para 2016.
Para acometer la empresa la cadena AMC convocó a Dave Erickson (Sons of Anarchy) y al creador de TWD en el comic, Robert Kirkman, para crear la historia –que no tiene un comic o historia previa de referencia- y a un elenco en el que se destacan Kim Dickens (House of Cards, Sons of Anarchy, Treme), Cliff Curtis, Rubén Blades, Frank Dillane (Sense 8), es decir, sin antecedentes en protagónicos televisivos.
En el centro de la narración tenemos una familia disfuncional que vive en el típico barrio de clase media-media de la ciudad de Los Ángeles, que de un día para el otro y sin previo aviso se ve inmersa en un acontecimiento que no logran comprender y que en un breve lapso de tiempo va a reconfigurar totalmente sus existencias, a la que se irán sumando otros hasta formar un típico grupo de sobrevivientes tal como aparecen en todas las narraciones del género.
En ese aspecto, dado que es una estructura típica y estereotipada, todo recae en los personajes que por lo menos en la primera temporada y quizás con la excepción de Daniel Salazar (Rubén Blades) no están a la altura de las circunstancias. Las composiciones actorales son poco creíbles, les falta actitud y compromiso con la diégesis y si bien el guión es muy flojo ya que carece de giros argumentales, tensión, suspenso e incluso horror, en ningún momento se contrasta con las actuaciones.
En cuanto al inicio de la epidemia, sin duda hemos visto decenas de series de televisión y películas sobre pandemias virales que superan con creces lo que nos ofrece Fear The Walking Dead, que carece de la capacidad de hacer verosímil el acontecimiento. El ejército de Estados Unidos se convierte en una horda de asesinos, torturadores y cobardes, el Gobierno conspira contra su propio pueblo, los médicos son asesinos seriales confesos, un ex guerrillero dedicado a la peluquería se convierte en un torturador implacable y una familia mediocre y disfuncional pasa de ser fanática de los derechos humanos a convertirse en discípulos de Donald Trump. Imposible e inverosímil definitivamente.
Simplemente la conclusión que sacamos es que la caída de la humanidad no solo era evitable sino fácilmente evitable y por ende se derrumba todo el régimen de creencia que la misma AMC viene construyendo con The Walking Dead durante los últimos cinco años.
En conclusión, si quieren que esto funcione hay que cambiar el casting, revisar totalmente el concepto y fundamentalmente modificar el guión para los 15 episodios de la segunda temporada, porque de lo contrario, esta serie se extinguirá sin pena ni gloria y se convertirá en un ancla para el futuro desarrollo de The Walking Dead.