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Del 12 al 18 de septiembre se llevará a cabo en la ciudad de Buenos Aires el 19 Festival de Cine Alemán con la presentación de catorce largos de la nueva producción del país europeo, un film silente clásico y varios cortos. Las sedes serán en Recoleta y Caballito de las cadenas Village Cines. Con el film Gundermann de Andreas Dresen abrimos nuestra cobertura.
Gerhard Rüdiger Gundermann, conocido por sus actuaciones como Gundermann, fue un cantautor contestatario nacido en la República Democrática Alemana, casi desconocido para sus compatriotas. Desarrolló su carrera entre 1976 y 1998 cuando la muerte lo sorprendió a la temprana edad de 43 años. Fue soporte en recitales de Bob Dylan y Joan Baez y su discografía superó las doce grabaciones. Por otro lado, durante seis años fue colaborador de la Stasi, la policía secreta de la D.D.R., denunciando a artistas y colegas que querían escapar del país.
Ferviente comunista, no dejó nunca de trabajar en una máquina excavadora en una mina de carbón, ya que no quería depender solo de la música. Sus ideas radicales lo llevaron a enfrentar tanto a sus jefes laborales como a autoridades gubernamentales. No estaba de acuerdo con las normas de seguridad del trabajo ni con los privilegios de la cúpula dirigente, por lo cual fue expulsado del partido. Sus canciones melancólicas con comentarios sociales en las que describía las penurias de los mineros, se contradecían con sus actividades de espía para el Ministerio para la Seguridad del Estado.
Andreas Dresen hizo su presentación en el Sexto Festival de Cine Alemán en el año 2006 con Verano en Berlín, una agradable comedia sobre el amor en cuya banda sonora se destacaba la pegadiza canción “Guten Morgen Sonnenschein” interpretada por Nana Mouskouri. Este año vuelve con un biopic donde la música cobra una importancia relevante. Alexander Scheer es Gundermann, no solo en lo actoral, ya que es también el intérprete de las canciones que se escuchan a lo largo del film. Dresen utiliza el flashback para saltar de manera constante entre los años setenta y los noventa para detallar la vida de un personaje multifacético.
El tipo de anteojos que utiliza el protagonista darán la pauta al espectador sobre la década en la que transcurren las acciones. Un trabajador empedernido, dividía sus horas entre la música y la mina a cielo abierto dedicándole pocas horas al sueño. Semejantes excesos le provocaron un paro cardíaco cuando tenía todavía mucho para ofrecer. La trama se apoya en dos ejes fundamentales. Primero la composición musical cuya fuente de inspiración para los textos es su condición de obrero industrial, segundo la culpa que lo carcome por su pasado como delator.
El film no se centra como en La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck – 2006) en mostrar las técnicas y momentos del espionaje. El director, en cambio, subraya el recorrido de Gundermann para informar a sus amigos y a quienes persiguió sobre su infausto pasado. Firme en sus convicciones, lo cual le trajo aparejado enemistades y perjuicios económicos, le cuesta pedir perdón y reconocer todo el mal que provocó como soplón.
Un film que analiza con capacidad crítica las distintas capas de la vida del más famoso conductor de excavadoras de la D.D.R. Un nuevo gran aporte al cine alemán de Andreas Dresen. Valoración: Buena.