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Lo primero que llama la atención de Infección es que se trata de una producción venezolana. Según la guionista Yeimar Cabral, la primera película de infectados hecha en su país. Por supuesto que no es el único caso de una película de género. La casa del fin de los tiempos (2013), El vampiro del lago (2017) y El infierno de Gaspar Mendoza (2015) son algunos ejemplos de producciones a tener en cuenta a la hora de entrar en el cine fantástico venezolano.
Infección es la historia de un padre que debe encontrar a su hijo en medio de un apocalipsis causado por la rabia que convierte a la gente en desquiciados que sólo quieren atacar. Por supuesto que la película está influenciada por todo lo que vino antes, desde Guerra mundial Z (2013), hasta Resident evil (2002). Sus influencias no está ocultas, sino a la vista, como un gesto de empatía hacia el espectador.
De entrada es notorio que se trata de una producción profesional y prolija que tapa mucho de sus evidentes errores. Es fácil quedarse asombrado por el nivel de detalle puesto tanto en su escenografía, en donde se nota lo bien aprovechado que esta su presupuesto, así como también los planos, con muchas imágenes aéreas de una Venezuela destruida. Los personajes recorren calles abandonadas, llenas de basuras, a veces se pueden ver cadáveres, automóviles y hasta un avión abandonados, no es raro tentarse y preguntar ¿Cómo lograron todo eso?
Pero por otro lado, también es una producción desprolija. Algunas decisiones en el montaje atentan en su contra. Hay errores de continuidad evidentes, personajes que aparecen y desaparecen y que en algunos casos no tienen ni siquiera nombre, hasta situaciones que ocurren de la nada, sin previa construcción. Por otro lado aunque en el cine de infectados, sobre todo en The crazies (1973) de George A. Romero, siempre hubo un marcado componente político, en este caso las críticas al dictador Maduro, si bien son entendibles, son tan obvias que se vuelven anti cinematográficas e inofensivas.
Infección gana cuando su director Flavio Pedota se concentra en generar escenas de tensión, es ahi cuando la película logra sus mejores momentos. Hay algo en la idea de que los personajes principales estén en constante peligro que es aterrador y atractivo a la vez. Cuando la película aprieta el acelerador, con esos infectados corriendo a lo loco, es cuando más el público la pasa mal. El hecho de que en un momento nadie puede confiar en nadie suma al nivel paranoia que viven todos los protagonistas.
Con sus pros y sus contras Infección logra lo mismo que hizo Train To Busan (2016) para Sur corea, que el público ponga la lupa sobre un país del cual se desconoce su cine y que se piense que ellos también pueden hacerlo. Valoración: Buena