Luzma y Demian ( Erick Elías y Danny Perea) son una pareja que se muda a un departamento dentro de una vecindad donde anteriormente su dueño había muerto. Pronto comenzaran a notar ciertos detalles escabrosos que los hará replantarse por qué viven ahí.
Ya con la sinopsis uno puede darse cuenta que se trata de otra historia típica de terror, de esas que salen constantemente en el circuito comercial y que no ofrecen nada interesante y nuevo a agregar a los ya conocedores del género. En parte es cierto pero también es cierto que por algunos motivos este nuevo opus del director mexicano Chava Cartas (Rosario Tijeras, El mariachi) funciona.
A pesar de que el conflicto tarda en desarrollarse y que hay una sensación constante de deja-vu, el director logra conseguir el ritmo necesario y se vuelve entretenido. Muchas decisiones que toma Chava Cartas son acertadas; Por ejemplo no mostrar a la entidad que los persigue y no sobreabundar en sustos que no llevan nada, esto no significa que no existan, pero la mayoría no logran su efecto. El que no funcione un susto se debe a que el tono que se maneja es el del realismo y con cada interrupción de un jumpscare esa sensación se pierde. No es necesario ya que lo que muestra es posible.
El mundo que crea el director se sienta verosímil. Como referencia principal tiene a El inquilino de Roman Polanski, obviamente las diferencias son obvias. Esta se trata de una de terror más mientras que la del director polaco era todo un estudio sobre una personalidad quebrada.
Pero Chavas no es Polanski y dudo que quiera serlo, Inquilinos funciona como una propuesta entretenida de terror, mantenida por el profesionalismo de sus dos actores principales quienes tienen una química evidente y logran conformar una pareja normal con sus buenos y malos momentos. El resto del reparto contribuye a que todo lo que se vea en pantalla resulte creíble y es eso justamente su mayor baza: Que nos de miedo algo que es posible que ocurra. Ningún susto o demonio horrible nos va a sacar que el verdadero terror es el peligro más cercano, el real, el miedo a la muerte. Valoración: Buena