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Gravity, la odisea espacial de Alfonso Cuarón

Por Milly Sur Bianchiman

Algunas veces, ante la belleza de ciertas cosas de este mundo, las palabras fallan o no son suficientes para describir y transmitir lo que se siente al observar. Y es por esto que se puede amar “criticar” una película: tener la posibilidad de decirle  al lector, futuro espectador, porqué una película es digna de ser vista y cómo debe ser vista, porqué aquellos quienes escribimos tenemos la posibilidad de enamorarnos para siempre e incondicionalmente una y otra vez en un año. Pero, como en este caso, al tener que hablar sobre la última película de Alfonso Cuarón, no importe qué o cuánto escribamos, porque no va a ser suficiente para describir lo que es poder vivir la  experiencia que brinda Gravity.

Por un lado la película de Cuarón aparenta ser una historia sencilla, que atenta a ser una más del montón, con una trama que plantea una catástrofe. Un grupo de astronautas se encuentro reparando el telescopio Hubble y las cosas salen mal cuando desechos de otro satélite a la deriva los golpea, dejándolos a la merced del especio y sin ninguna ayuda o señala de Houston, Tierra.

Por otro lado, Gravity es una película pasmosamente compleja que Cuarón imaginó para que su dirección lleve al espectador a vivir esta aventura allá arriba, junto y al lado de los personajes de Sandra Bullock y George Clooney, como uno más de la tripulación. La cámara de este director habla mucho más fuerte que su guión. Y acá es cuando Gravity se convierte en una joya que el cine y Cuarón nos legan. Sería muy fuerte poder decir que Gravity está a la altura de 2001: A Space Odyssey? Porque no es una película más del montón que arrasará en la próxima temporada de premios y quedará en el olvido. Gravity llegó para transformar los standards de calidad de Hollywood y sus técnicas cinematográficas.

Para ser honesta con quienes leen, podemos estar seguros que Cuarón visionó a esta película para ser sólo vista en el cine, en 3D y en lo posible en IMAX, para que el espectador pueda sumergirse plenamente en el basto espacio. A diferencia del resto de las películas que realmente valen verlas en 3D, como Avatar, Hugo y Life of Pi, Cuarón hace de este efecto algo necesario para su relato, tanto como el oxigeno que los personajes no tienen.

Gravity muestra todo el poder del 3D cuando se aplica con eficacia y visión, sin poder dar el beneficio de la duda para los detractores del efecto como quién les escribe. Alfonso le da forma a su película para que la percepción y posición que tiene el espectador para mirar dentro de las escenas sea un elemento primordial en su relato, pudiendo diagramar largas tomas sin aparentes cortes, que entran y salen del traje de la astronauta Ryan Stone (Bullock), para en algunos casos marear al espectador tanto como lo sufre ella.

Cuarón no está atado a la creatividad de su calidad como director, sino que juega con el doble y triple sentido de las palabras através de lo que podemos juzgar como clichés en la historia. Cuando no le es necesario poner a prueba nuestra paciencia y nervios, desde el guión nos atrae por la “gravedad” de la situación. Qué pasa sino se puede volver a Tierra? Quién te va a extrañar? Quién lloraría por tu muerte? Qué o quién es lo que te “ata” al planeta lo suficiente como para perseverar y poder volver al lugar que pertenecemos? Estas son algunas de las preguntas no dichas que plantea la segunda parte de la historia y le dan una denotación completamente diferente a la palabra “gravedad” que pocos se imaginaron.

Párrafo aparte para las actuaciones. Ya estamos bastantes acostumbrados a ver a George Clooney en el rol del juguetón y seductor de Danny Ocean, acá como el astronauta Matt Kowalski, quien está cumpliendo con su última misión antes de su retiro y ayuda al personaje de Bullock a distenderse en lo que sería su primera misión en el espacio. La química entre estos dos se da mucho mejor a medida que se van conociendo, pero Sandra es la que sobresale por sobre toda las cosas. En un rol que requiere de mucha valentía y estado físico, y a pesar de que muchos piensen que no es una actriz de peso, Bullock sabe cómo llevar la película adelante y da la mejor actuación de su carrera, luego de la que le mereció el Oscar en The Blind Side (no, no está sobrestimada) y que podría ponerla en la lista de nominadas en la temporada de premios de este año, junto a Alfonso Cuarón como Mejor Director y por Mejor Guión Original.

Hay dos elementos primordiales en Gravity que no se pueden pasar por alto desde la primera extensa toma y eso es por un lado la cinematografía de Emmanuel Lubezki (Tree of Life), eterno compañero de trabajo de Cuarón, quién mejora film tras film, haciendo fácil reconocer su fotografía. Por el otro, está la música enervante de Steven Price, un novato en el campo de la composición, pero abalado por su extensa carrera como editor de música en grandes películas. Hay que recordar que el silencio dada las circunstancias (el espacio) forma gran parte de este film, pudiendo demostrar que no hay necesidad de una estruendosa banda sonora para poder generar suspenso. Gravity prueba que el silencio puede generar mucho más que eso.

Hacia el final, a pesar de las asfixia y el mareo, las lágrimas brotarán involuntariamente y no a causa del destino de los protagonistas, cualquiera sea, sino en gratitud por el simple hecho de ser atraídos a esta Tierra por la gravedad, que hasta este film, su valor no había sido tenido en cuenta.

Milly Sur Bianchiman

Cinéfila. Cómic fan. Amante y defensora del hábito de leer y los animales. Detallista a ultranza. Apasionada de los recovecos del séptimo arte.