Green Room, una noche violenta

Presentada en la última edición del BAFICI pero sin estreno comercial, Green Room es una de la películas independientes del año, de esas de la que todos hablan y que gracias al boca a boca ha logrado destacarse entre el montón.

Dirigido por Jeremy Saulnier (Blue Ruin) y protagonizado por Patrick Stewart y Anton Yelchin (falleció hace muy poco tiempo y este fue uno de sus últimos trabajos), este thriller de horror y suspenso con tintes gore, cuenta lo que es una verdadera noche de terror para una banda punk-rock (The Ain’t Rights) que debe luchar para sobrevivir en un bar de mala muerte lleno de skinheads neonazis.

Aunque el conflicto se presenta de manera confusa, con el correr de los minutos basta con comprender que esta pequeña banda cayó en el lugar y momento equivocados. Bajo esa premisa, Saulnier plantea una película por momentos claustrofóbica en la que estos chicos, encerrados en un camarín, deben encontrar la manera de salir de allí con vida.

La violencia es extrema y por momentos nadie sabe qué es lo que sucede, por qué y qué puede pasar a continuación. Tanto los personajes encerrados como el espectador sabemos que las cosas se van a poner turbias pero nunca imaginamos a qué nivel.

Todo el film es una lucha entre dos bandos, donde uno (la banda punk) busca escapar mientras, del otro lado de la puerta, los skinheads con Darcy (Patrick Stewart) a la cabeza buscan resolver el problema de la manera menos elegante posible.

Durante hora y media, Saulnier construye un relato intrigante, tenso, y por momentos «divertido» (ya entenderán por qué), en el que no es tan simple dilucidar lo que vendrá.

El director utiliza de manera inteligente el espacio (especialmente el fuera de campo) y crea una atmósfera por momentos terrorífica para narrar la desesperación de estos jóvenes que deben ingeniárselas para hacerle frente a la situación.

Green Room no es apta para impresionables, pero debería ser una cita obligatoria para todos aquellos amantes del género.