Cine

Guerra Mundial Z y que vivan los zombies

Por Santiago Arellano

Siendo parte de la realeza de Hollywood, el hijo de Mel Brooks (Los productores, El Joven Frankenstein) y Anne Bancroft (El Graduado, Grandes Esperanzas), Max Brooks supo ganarse un pequeño espacio en el ambiente haciendo trabajos menores como actor y guionista. Probablemente la ausencia total de la necesidad de sustentarse lo hayan llevado a dedicar gran parte de su tiempo a una de sus grandes pasiones: los zombies.

A modo de entretenimiento, escribió la demencial Guía de Supervivencia Zombie, un manual que plantea todo lo necesario para sobrevivir al apocalipsis de los muertos vivos sin esperar mucho del asunto, casi como quien no quiere la cosa. Para su sorpresa, y la de todo el mundo, el libro fue un éxito rotundo que lo llevó a recorrer shoppings y universidades de Estados Unidos dando cátedra sobre los desafíos que implica semejante cataclismo con la misma seriedad y convicción de un científico, ante preguntas concienzudas de un público cada vez mayor, como si todo el asunto fuera real.

Y es que sí, mucha gente “cree” en los zombies, esos autómatas en descomposición que arrasan con el mínimo rastro de vida que se cruce en su camino. En paralelo con el fenómeno de los superhéroes y los vampiros, los muertos vivos son un éxito que nunca pasó de moda.
Si rastreamos su génesis podemos ver que forman parte del folclore haitiano, donde son descritos como pobres infelices a los que embrujaron para convertir en esclavos eternos sin sentimientos.

De ahí el salto a la ficción puede encontrarse en varios ejemplos literarios, siendo Soy Leyenda (Richard Matheson, 1954) el más destacado. Adaptado a la pantalla grande en tres ocasiones, cuenta la historia del único sobreviviente de un virus que acabó convirtiendo a toda la humanidad en zombie; fue interpretado primero por el maestro del terror Vincent Price, luego por Charlton Heston en The Omega Man y finalmente por Will Smith en su versión más taquillera.

Pero sin lugar a dudas el padre de la criatura, o de las criaturas en realidad, es el director de culto George Romero. Como maestro del género, Romero revolucionó el cine de terror haciendo una leve modificación a la muy repetida trama de los filmes de monstruos: en vez de cazar a los engendros en sus ataúdes, de perseguirlos hasta castillos o cazarlos en bosques, eran las criaturas las que perseguían, arrinconaban y masacraban.

A fines de los 60´s esto era toda una novedad y fueron muchos los que pasaron por alto las implicaciones y subtextos inferidos por su trabajo en Night of the Living Dead y Dawn of the Dead. Por ejemplo, en la primera el protagonista era negro y muchas de las escenas recordaban a los linchamientos contemporáneos a cargo del KKK; en Dawn of the Dead, quizás la más lograda, los vivos escapan hasta refugiarse en un centro comercial, donde es curioso ver a los zombies recorrer, arrastrando los pies, cada una de las tiendas. La metáfora es fabulosa, falta de brillo en los ojos, una voluntad inquebrantable que los impulsa en manada a consumir, y la falta de razonamiento, resumen sin lugar a dudas al hombre contemporáneo.

Con el tiempo abundaron las copias a Romero, los homenajes y las películas de sus aprendices hasta llegar a la versión definitiva y aceptada por todos. Cada una a su manera resultó airosa, 28 Días Después, la remake de Dawn of the Dead dirigida por Zack “Man of Steel” Snyder y la comedia Shawn of the Dead que catapultaría a la fama a Simon Pegg, allanaron el camino para la llegada a la TV de la primera serie sobre zombies, la totalmente comercial, edulcorada y mundialmente reconocida The Walking Dead.

Si bien en 2006 la serie no existía, el segundo libro de Brooks se convirtió en un best-seller automático y dos productoras salieron a disputarse los derechos cinematográficos en una puja encarnizada. De un lado Leonardo Di Caprio con su compañía Apian Way y Brad Pitt del otro, con su productora Plan B. Ya sabemos quién ganó la contienda.

El bueno de Brad venía de producir varias películas muy bien recibidas como Comer, Rezar, Amar; El Árbol de la Vida; Kick Ass; El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y Los Infiltrados, pero aún no estaba conforme y se encontró de buenas a primeras con la oportunidad única de convertirse en el héroe de acción de su propia franquicia.

Así es cómo Guerra Mundial Z pasó de ser la narración de distintos sobrevivientes en primera persona, a cargo de un funcionario de la ONU, a ser un film de acción y costosos efectos especiales sobre un agente de la ONU que salva al mundo del apocalipsis mientras rescata a su familia. Depurada de todos los aspectos políticos del libro original, fue definida como una mezcla entre Niños del Hombre y La Supremacía de Bourne pero con zombies y apta para mayores de 13 años.

La apuesta es grande y ya cuenta con varios detractores que, habiendo leído el libro no encuentran más similitudes con la obra de Max Brooks que el título. Además, su guion fue escrito y reescrito incontables veces, su presupuesto exageradamente abultado y su proceso de filmación un caótico recorrido por distintas ciudades del mundo. Sin embargo, basta prestar atención a la lista de nombres involucrados para tener aún esperanzas: Damon Lindelof se encargó de los retoques más importantes al guión, Marc Forster la dirigió y la banda sonora está a cargo Muse.

Se acerca el estreno del blockbuster de Brad Pitt World War Z, o Guerra Mundial Z para el mercado hispanohablante, una descomunal producción que espera situar a Brad como el último héroe de acción.

Santiago Arellano

Santiago es periodista, le gusta el cine, la música british, las series y desde chiquito es fan de los cómics. Lector de libros desde que aprendió a leer.