Cine

Heidi, la vuelta al cuento

Por Vanesa Fognani

Isao Takahata había inmortalizado el cuento legendario de Heidi en su versión animé: eran las postrimerías de los setenta y la versión animada de la pequeña huerfanita abandonada por su tía y puesta al cuidado de su abuelo gruñón, se metía en los cines continuados, baluartes de los cines de barrio.

Heidi de Takahata – imposible no asociar a la jovencita con su vestidito colorado y su carita redonda- se posicionó como la versión más recordable del cuento suizo, escrito por Johanna Spyri. La historia inoxidable y siempre vigente de la niña que va a vivir con su abuelito a la aldea de Dörffi, en los Alpes Suizos, siempre es bien recibida por un público nostálgico. Generaciones de niños han crecido con la historia de esta pequeña, que pese a sufrir el abandono, siempre porta una alegría iracunda.

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El cuento clásico, en donde Heidi es expropiada del seno de su abuelo para ser llevada a una familia “civilizada” – en donde conoce a su eterna amiga Clarita- es recuperado por Alain Gsponer, director suizo – tiene muy buenas películas en su haber como Lila, Lila y Así es la vida– quien es fiel a la narración clásica y transpone el cuento de la pequeña con los matices y la candidez del original.

Los paneos incesantes en las montañas nevadas y los vaivenes de Heidi en una historia trágica pero con happy ending – a esta altura ya todos sabemos de qué va la historia- reponen el cuento de una manera loable. Heidi es Anuk Steffen y Alpöhi – el abuelito- es Bruno Ganz, y ambos construyen las mejores escenas de la película.

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Ganz tiene una versatilidad única, sus arrugas incipientes, su mirada tosca y su barba albina lo imponen en los primeros minutos de metraje como un abuelo desamorado que lejos está de adoptar a Heidi. Las primeras secuencias en donde la pequeña – además de ser bellísima, esta nena actúa bien- trata de caerle en gracia a su abuelo, son de una ternura increíble. Ganz es bueno y es una pena que Gsponer no le haya dado más tiempo en la película. Lo mejor está en esa relación, que incluye luego a Pedro (Quirin Agrippi), el joven pastor que se hace amigo de la niña.

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El trío funciona de maravillas, pero el cuento y la literalidad por seguir el original llevan a Heidi a vivir con una familia coqueta de Frankfurt, quien busca educar a la “niña salvaje”. Algunas actuaciones un tanto exageradas y la poca química de Heidi con una Clarita (Isabelle Ottmann) un tanto incolora, hacen decaer una película que arranca muy bien. Igualmente, Anuk Steffen (Heidi) nunca pierde su frescura y sostiene cada pasaje del film.

Vale la pena explorar en este clásico y emocionarse de a ratos con este cuento: no será la Heidi de Takahata (que por ahora es nuestra preferida) pero Gsponer hace un buen trabajo en esta reposición del clásico infantil.

 

Vanesa Fognani

Lic. en Ciencias de la Comunicación, y crítica amateur. Amante de los dramadies ochentosos, decidió hacer de la crítica un hábito y un hobbie para preservar su salud mental. Edita la sección de cine de este portal y antes garabateó en la columna semanal “Jueves de estreno” en el portal de noticias NOTINAC. Ir al cine le salvó la vida.