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Homeland, entre la polémica y las urnas

Por Victoria Barberis

Con una temática que se ha instalado en la opinión pública estadounidense, este drama propone un modo novedoso de ver el terrorismo, la CIA y la sociedad que vio caer el World Trade Center ¿Cómo se reflejan estas cuestiones en la política norteamericana?

El último episodio de la primera temporada de Homeland fue visto por un promedio de 1.7 millones de espectadores, convirtiéndolo en el final de temporada de una serie nueva con más audiencia en la historia de Showtime. No fue casual entonces, que esta prometedora historia destronara a la eterna favorita Mad Men en la última ceremonia de los Emmy Awards, llevándose el premio a Mejor Drama, y otras cinco estatuillas, incluyendo mejor actor y actriz de drama por el brillante trabajo de Damian Lewis como Nicholas Brody y de Claire Danes como Carrie Mathison.

Pero la consagración de Homeland tiene otra arista, que se relaciona con el modo de abordar el asunto de la seguridad nacional. Va más allá de la necesidad de contar otra historia de las tantas que han pisado el terreno post 11-S. Esta serie instala preguntas entre los ciudadanos y aporta una mirada diferente sobre los servicios de Inteligencia, que por momentos parece ironizar la paranoia del país del norte ante posibles ataques externos.

Hemos visto un sinfín de guiones que presentan el tema del terrorismo, especialmente de la mano de Hollywood, pero nunca una serie se convirtió en una formadora de opinión del modo en el que ésta lo hace. Los conflictos bélicos en los que Estados Unidos se vio envuelto en los últimos años crearon en los ciudadanos la necesidad de hacer una serie de preguntas y obtener explicaciones sobre el discurso de la defensa nacional.

Homeland y la política

Estos temas adquieren aún más peso en un contexto de campañas presidenciales, con un
electorado que está ávido de respuestas. La segunda temporada inicia en medio de las contiendas, poniendo en la escena otra candidatura y poniendo de manifiesto la posibilidad de un ataque terrorista. Homeland se mueve en la pantalla como si fuera una parte real del presente de Norteamérica. Por eso quizás en Washington sea la favorita, incluso es una de las predilectas del presidente Barack Obama.

Entonces, aparece la pregunta: ¿Puede esta historia influir en el electorado de alguna manera en el 6 de noviembre próximo? De acuerdo con las declaraciones de los creadores de la serie, ésta actúa como una especie de disparador, donde el guión plantea las preguntas, pero no responde ninguna. “Si vamos a influir en la elección, lo dudo mucho, pero espero que estemos planteando preguntas para que la gente empiece a pensar al respecto”, afirmó Alex Gansa, guionista y productor.

Es cierto que gran parte del debate entre Barack Obama y Mitt Romney tuvo que ver con la cuestión de la seguridad, en un contexto donde hay una guerra que se libra constantemente cuando Estados Unidos se proyecta a si mismo en el plano internacional como el detentador del poder. Hay una preocupación de fondo que se relaciona con la tensión de los ciudadanos afectados por el atentado a las Torres Gemelas y con la necesidad de definir qué es ser norteamericano en la actualidad.

Por otro lado, la serie del momento no es bien recibida en el Líbano, donde se analiza iniciar acciones legales contra los guionistas por promover una imagen negativa y violenta de Beirut. Fadi Abboud, ministro de Turismo del Líbano, expresó que las imágenes que se muestran son una falsa representación de la ciudad capital (en realidad, el rodaje se llevó a cabo en Israel). Se puede ver una suerte de tierra de nadie que habilita el planeamiento de ataques terroristas, lo que según Abboud, nada tiene que ver con la realidad de Beirut.

El secreto del éxito

Carrie Mathison es una agente de la CIA, que mientras llevaba a cabo una operación no autorizada en Irak, recibe la información de que un soldado norteamericano está ahora al servicio de Al Qaeda. Mientras tanto, el ejército de Estados Unidos encuentra al sargento de Marines, Nicholas Brody en un puesto perteneciente al grupo terrorista de Abu Nazir. Brody, a quien dieron por muerto ocho años atrás, regresa a su tierra convertido en un héroe después de haber soportado estoicamente las torturas y el encierro.

Hasta este punto, es un clásico guión que enaltece al héroe americano, como casi cualquier historia estadounidense lo hace en épocas bélicas donde el orgullo nacional se ve abatido. Pero aparece un giro interesante cuando Carrie comienza a sospechar de que Brody no es en realidad el símbolo de patriotismo que se busca para enaltecer la moral ciudadana, sino que en realidad se ha convertido y está pasando información a Al Qaeda.

La desarticulación de la figura del héroe de guerra y la presencia de un personaje femenino fuerte, que a su vez tiene un complejo costado psicológico, transforma a los roles principales en una suerte de anti héroes que hacen mucho más que jugar al gato y al ratón. El trabajo sobre el costado psicológico es uno de los elementos claves; no solo desde la obsesión de Carrie, sino en la dinámica familiar, el romance, el conflicto con los hijos y la tensión constante que se genera en el espectador, que intenta descifrar un enigma que a veces ni los propios personajes tienen claro.

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Los creadores de la serie, Howard Gordon y Alex Gansa, comenzaron a concebir el argumento cuando se sucedían conflictos en Irán y Afganistán, basándose en la serie israelí Hatufim, creada por Gideon Raff. Pensaron esta producción de manera diferente a su obra anterior, la serie 24. Ambas muestran la misma realidad de un país que teme más ataques terroristas, pero mientras 24 fue la adrenalina, el suspenso y la urgencia, Homeland es la espera, la narrativa que obliga a pedir siempre más, en definitiva, es el auténtico espíritu del thriller.

Victoria Barberis

Es periodista de profesión y escritora de corazón. Es "seriéfila" y una aficionada a las sagas. Su pluma a veces es sarcástica, pero siempre divertida.