Al cumplirse 100 años de la finalización de la Gran Guerra se le encomendó a Peter Jackson, el realizador de la trilogía de El señor de los anillos, un film conmemorativo. En base al material fílmico de archivo obtenido del Imperial War Museum y grabaciones de ex veteranos preservadas por la BBC, el resultado obtenido por el neozelandés es notable. Al teñir las películas originales con colores pasteles y ensanchar la pantalla, introduce al espectador en las trincheras con un realismo que impacta y conmueve, ya que se está frente a los verdaderos protagonistas de la contienda y no ante una mera ficción.
La introducción es en blanco y negro, en formato cuadrado en 24 cuadros por segundo, con imágenes de noticieros de la época que dan cuenta del reclutamiento y la etapa de preparación de la tropa antes de ser enviada al frente. Las distintas voces en off cuentan el entusiasmo inicial, la gran convocatoria, la cantidad de menores de edad inscriptos con consentimiento de las autoridades, las vestimentas, la conformación del rancho, los ejercicios de orden cerrado. Al llegar al terreno de las acciones el film se desacelera, cubre toda la pantalla y aparece el color.
En esta instancia el documental registra con toda crudeza el quehacer diario en aquellos parapetos donde no tenían un lugar determinado donde dormir, la pérdida de toda intimidad al usar las letrinas, la invasión de ratas y piojos, las gangrenas producto de las inundaciones de las fosas en el invierno y el lodazal que rodeaba las zanjas que se cobraba vidas cual arenas movedizas. Filmaciones, fotografías, dibujos y comentarios resaltan el horror de una conflagración que dejó más de treinta millones de muertos entre civiles y militares.
El sonido tan auténtico de las minas que explotan y el retumbar de fusiles, ametralladoras y cañones, dotan a las escenas de una verosimilitud, que se manifiesta también en ciertos diálogos originales que se obtuvieron mediante la lectura labial. Los rostros desdentados que miran a cámara con cierta inocencia, los cuerpos desmembrados en el campo de batalla, las duras labores de estiba cuando no estaban en el frente, el esfuerzo de los caballos para transportar el material bélico son el reflejo del sacrificio y la tragedia de un largo calvario.
Cuando regresan encuentran un país que les da la espalda. Cunde la desocupación, nadie los quiere contratar ni escuchar sus historias. La guerra es un tema del que mejor no hablar, es una página que hay que pasar y dejar atrás en el olvido. Nuevamente la pantalla retoma el formato original como un telón que lentamente se va cerrando para el público como para aquellos soldados que la memoria dejó atrás y que el cine rescató de manera espectral.