Lo mejor de El Reencuentro (Last Flag Flying, Estados Unidos, 2017) es el duelo actoral entre Bryan Cranston, Steve Carell y Laurence Fishburne, elección que habrá que agradecerle al responsable del casting, porque componen de manera convincente y a veces brillante, a un cínico, un triste y un converso reunidos por una misión penosa pero impostergable: escoltar hasta el cementerio el cuerpo del hijo de uno de ellos, caído en Irak.
Dirigida por Richard Linklater , la historia basada en la novela de Darryl Ponicsan, transcurre en un par de días pero pivotea sobre dos acontecimientos sensibles para los norteamericanos; dos guerras separadas por décadas pero coincidentes en cuanto a sus devastadores efectos. Sal (Cranston), Doc (Carell) y Richard (Fishburne) compartieron terror, pantanos y túneles en Vietnam en los 70 y el hijo de Doc acaba de morir en la lejana Bagdad.
La acción transcurre en 2003 y coincide con la captura de Saddam Hussein. Un televisor sin volumen en la cantina en la que reponen fuerzas los tres camaradas muestra, a pantalla partida, el rostro desencajado del quinto presidente de la república iraquí y los cadáveres de dos de sus hijos, ocasión que el personaje de Steve Carell aprovecha para un cálculo rápido y una de varias reflexiones engañosamente antibélicas (“Yo he perdido uno, él dos…¿valdrá la pena?”).
Sal, el más histriónico del trío, también se ocupa de señalar con trazo grueso que ahora son legiones los turistas que eligen disfrutar su tiempo de descanso en los pozos infectos donde ellos malvivían tratando de evitar la metralla enemiga o aguardando el momento de acabar con los vietcongs .Cada pensamiento, expresado a centímetros del féretro en el que descansa el joven soldado, parece encaminado a engrosar una suerte de decálogo pacifista, aunque con los norteamericanos nunca se sabe.
Richard Linklater es el director multipremiado de Boyhood, la película realizada con espíritu de orfebre y paciencia de recluso, en la que Ellar Coltrane crecía literalmente delante de la cámara, encargada de registrar durante 12 años su transformación de niño a adolescente. También es el responsable de Escuela de Rock, un filme de culto y de la popular trilogía “Antes del Amanecer”, “…”del atardecer” y “…de la medianoche”.
En El reencuentro se ocupa de una breve narración con diversidad de matices, gracias a diálogos escritos con maestría y a actuaciones de gran jerarquía. Desde Virgen a los 40 para acá Steve Carell ha aportado su cara de nada al servicio de varias comedias. Linklater tocó otra cuerda , la de la sensibilidad, y el actor le devolvió un Doc triste y contenido pero resuelto a hacer lo que el corazón le dicta aunque tenga que enfrentarse al mismísimo ejército norteamericano.
Fishburne siempre será el Morfeo de Matrix y el Raymond Langston de Crime Scene Investigation, (CSI) Las Vegas y en esta película usa esa voz cavernosa e inconfundible que lo caracteriza para adoctrinar desde el púlpito, en un presente que lo tiene como un pastor entregado a su rebaño aunque sus camaradas se empeñen en recordarlo como un soldado capaz de cualquier exceso en el frente de batalla o en los bares y prostíbulos de la retaguardia.
A Bryan Cranston le dieron libertad para que se luciera. Su Sal, un alcohólico dueño de un bar con pocos clientes, tiene los parlamentos más filosos y es el alma de un trío que mejora de secuencia en secuencia . Para una clase de actuación, no hay que perderse un gesto ni una palabra del viaje en el tren cuando los tres camaradas recuerdan anécdotas de Vietnam en el mismo vagón donde viaja el féretro del hijo de Doc, muerto en Irak.
El Reencuentro tiene varios pasajes con críticas a la participación norteamericana en las guerras de los dos últimos siglos pero es mejor no confundirse con esos señalamientos.Cuando llega la hora de la verdad los protagonistas acomodan sus cansados cuerpos dentro del uniforme de gala, se cuadran militarmente y pliegan la bandera con gestos precisos y corrección prusiana. El espectador siempre puede elegir si en la balanza de sus sentimientos, pesa más la ominosa imagen de los féretros o la emotiva ceremonia del adiós. Valoración: Muy Buena