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Kékszakállú significa El Castillo de Barbazul en húngaro y es la única ópera de un solo acto del compositor centro europeo Béla Bartók. Basada en el cuento de Charles Perrault «La Barbe Bleue», esta obra fue estrenada en 1913 para dibujar algunas de las trágicas situaciones que Europa atravesaría durante las guerras.
Pero Kékszakállú también es una película argentina dirigida por Gastón Solnicki y estrenada mundialmente en la 73. Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica de la Biennale de Venezia, para luego seguir su rumbo en los festivales de Toronto y Nueva York.
Este licenciado en cine de la Universidad de Nueva York (Tisch School of the Arts) dirigió los largometrajes Süden (2008), ganador de una Mención Especial del Jurado en el BAFICI y de un Cóndor de Plata; y Papirosen (2011), película estrenada en el Festival de Cine de Locarno que también se presentó en algunos festivales como el de Rotterdam y Vancouver. Por esta razón, no es novedad su paso por Venecia; sin embargo, esta vez la forma de comunicar su arte es a través de la ficción.
La película cuadra perfecto en la Sección Orizzonti ya que no responde a una estructura narrativa, con un guión escrito, ni a un formato tradicional. A partir de su propia trama espontánea, va explorando las secuencias con total libertad. El film surge a partir de la “angustia” propia de los jóvenes cuando veranean y tienen tanto tiempo libre como espacio para pensar (se).
En la conferencia de prensa, el director comentó que el punto de partida fue bajar El Castillo de Barbazul al plano emocional de cada individuo en una situación específica como la del verano de vacaciones después de un año de estudio. La película se inspiró en la obra desde sus materiales cinematográficos, en todo el trabajo de recopilación y recreación de las tradiciones orales folclóricas que hizo Bartók en Barbazul y no desde la representación de la ópera en sí.
La historia construye experiencias cotidianas de jóvenes en ámbitos tan diferentes como los de la playa en Punta del Este o la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo en Buenos Aires, mediante los personajes autorreferenciales de Laila Maltz, Katia Szechtman, Lara Tarlowski, Natali Maltz, Maria Soldi, Pedro Trocca y Denise Groesman como una suerte de “constelación familiar”.
Pese a que podría tomarse como un registro documental (como en sus películas anteriores), Solnicki indicó que realizó el film sin una idea clara, aunque con recursos humanos y materiales muy pensados y trabajados durante un verano entero pero delimitados a través de la edición.
Durante los 72 minutos se puede apreciar cómo el realizador expone cada escena sin buscar manipular al espectador, a través de un registro documental y “objetivo” basado en dos direcciones de fotografía y un lente, con su versatilidad de planos sobre una locación poco explotada cinematográficamente como es Punta del Este.
La inquietud del realizador porteño era lograr una transición hacia la ficción de una forma diferente a lo que se está acostumbrado a ver en La Biennale. Con su auténtica impronta y al estilo BAFICI, Kékszakállú llega.
Auspicia la cobertura de La Biennale, Agustin Andrea Agencia Boutique de Viajes.