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Las historias en las que se ven involucrados niños o adolescentes con caballos suelen provocar un tendal de lágrimas en la platea. Apelan a la emoción fácil que da buenos dividendos, dejando de lado la creatividad. El director inglés Andrew Haigh, que ya dio muestras de sutilezas sin tener que apelar a los golpes bajos en su anterior trabajo 45 años (2015), maneja con agudeza el drama de un quinceañero que busca estabilidad en su vida y alguien que lo quiera. Vive con el padre en el estado de Oregon en una casa que se viene abajo, en la que hay que poner los alimentos a resguardo de las abundantes cucarachas. Sin estabilidad laboral y amorosa, se lleva muy bien con su hijo mientras se inmiscuye en amoríos peligrosos con graves consecuencias. 
Mientras tanto Charley se vincula con un viejo (Steve Buscemi) que mantiene caballos que tuvieron mejores épocas para carreras cortas, antes de ser vendidos a Méjico para su faena. Chloe Sevigny, la amazona asociada al criador de equinos, le advierte que no son mascotas, son tan sólo un negocio. Sin embargo, las circunstancias lo conducen a un apego indisoluble en su búsqueda de afecto. De allí en más la trama transita la road movie con encuentros fortuitos al seguir los rastros de una tía con la que perdió contacto hace seis años.
Charlie Plummer, que obtuvo el premio Marcello Mastroiani como joven revelación en el Festival de Venecia del año pasado, refleja todos los matices de su conflictivo personaje sin caer en estereotipos. Su fidelidad incondicional con Lean on Pete, nombre del caballo que corresponde al título original del film, trasunta la mesura acorde con sus sentimientos nobles.
El caballo como terapia, como contención ante el desamparo y la soledad para llenar un vacío de afectos, lo acompaña por esos inmensos espacios abiertos de Idaho y Wyoming en gran parte de la segunda mitad del film. Un joven frío y poco sociable, al cual los cachetazos de la vida lo endurecen, recién se quiebra en el final ante tanto pesar contenido. El comienzo y el final lo encuentran corriendo con sus zapatillas deportivas por las calles del pueblo donde le toca vivir. El círculo se cerró, las incertidumbres quedaron atrás, la felicidad y el encuentro de un nuevo hogar le abren un futuro prometedor. Una realización tierna y encantadora que merece ser apreciada. Valoración: Muy buena.
