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Entre el riesgo de permanecer bajo los efectos de la comedia catapultada al éxito y los vicios de una entrega mas sin mucho para contar, Los Pequeños Fockers cumplen con su cometido: entretener y subir a lo alto de la taquilla en gran parte del mundo. La premonición es una y no deja lugar a duda: «Vamos a ver la nueva de Los Fockers, seguro que está buenísima como las dos anteriores». Y aquí es donde me quedo el gusto a poco, quizás porque esperaba que esta entrega superara a las anteriores y a mi entender no lo hace.
Apela al peso de la propia historia y su evolución. Sin mas vueltas que cumplir un legado familiar, los pequeños Fockers son delirantes y pedimos por mas. Obviamente sin Robert De Niro y Ben Stiller nada existiría, aunque resulta muy entretenido el papel de Owen Wilson, quien toma mas protagonismo desde su aparición en el comienzo de la historia.
Jack Byrnes resulta un hijo de puta de lo mas entrañable y lo queremos. Su actuación genera aplausos a rabiar, mientras una vez mas De Niro aclara que no puede decirle que no a los Fockers. Dustin Hoffman y Barbra Streisand son el matrimonio que todos deberíamos tener y sus locuras nos hacen pasar el buen rato aunque en esta película no se lucen y casi no aparecen. Gaylord Focker es el antihero mejor cotizado, genera adoración por su cercanía y simpleza a la vez de su pose de loser profesional. La interpretación de Jessica Alba es buena y su belleza simplista ensambla perfectamente con la comedia.
A mi sensación de asistir a un recurso prácticamente agotado confluye la de conformarme con la exquisita pareja De Niro-Stiller, o entusiasmarme con ver de nuevo juntos a Ben y Owen (se confirmó Zoolander 2). El efectismo de la comedia que alguna vez dieron por muerta en el primer intento ya tiene su tercer capitulo. Y muchos le pedimos una nueva oportunidad, pero solo para reírnos. Los Fockers lo saben.