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El director de Barcelona y Damsels in Distress, Whit Stillman vuelve a la pantalla con una comedia inspirada en la novela epistolar Lady Susan, de la británica Jane Austen.
Esta novela fue publicada muchos años después del fallecimiento de la autora y a diferencia de sus textos más conocidos, consiste en una serie de cartas escritas y enviadas por y hacia distintos personajes de la historia.
Al no haber diálogos, uno conoce a los personajes a través de estas cartas y eso, pensando en una adaptación, puede percibirse como un problema. Afortunadamente, Stillman fue lo suficientemente ingenioso como para tomar esta historia y convertirla en un relato inteligente y efectivo, con un tono diferente al que manejan la mayoría de las adaptaciones que todos conocemos de Austen.
Love & Friendship es una comedia (de las buenas) y desde el minuto uno el director lo deja en claro cuando nos presenta de manera hilarante una inmensa cantidad de personajes, descriptos en pocas palabras, a una velocidad tal que es imposible para el espectador digerir la información. Obviamente, no hay de qué “preocuparse”, ya que las relaciones entre dichos personajes van a ir quedando claras con el correr de los minutos.
Quien mueve los hilos de la trama es Lady Susan, una mujer que ha quedado viuda recientemente y tiene una hija, Frederica, a la que necesita casar. Ella llega a la casa de su cuñado con la intención de acomodar su nueva realidad y es allí donde pone en marcha sus planes maquiavélicos, en los que los hombres son sólo un medio para llegar al objetivo: casar a su hija, casarse ella y asegurar así su bienestar económico.
Lady Susan es una mujer manipuladora, seductora y malvada, que mueve a los personajes cual piezas de ajedrez, siendo su concuñada Catherine Vernon la única capaz de detectar sus verdaderas intenciones.
Y la encargada de interpretarla es la inglesa Kate Beckinsale (Underworld; Click; Van Helsing) quien hace un trabajo extraordinario para que este personaje no se vuelva chato y unidimensional. El humor, la ironía y la acidez de los diálogos (y del relato en general) le permiten darle varios matices a Susan y ponerse el film al hombro a pesar de estar rodeada de buenos secundarios.
Mientras que la única confidente de Lady Susan es Alicia Johnson (Chloë Sevigny) – amiga y cómplice de sus artimañas-, el resto de los personajes vinculados con ella se presentan como muy cautos o muy ingenuos: de un lado están los desconfiados, los que la conocen demasiado como para caer en su red de mentiras; y del otro están los más inocentes (en su mayoría hombres) que se dejan controlar y engañar fácilmente.
Pero si hay uno que destaca, y no precisamente por ser el más lúcido, ese es Sir James Martin, magníficamente interpretado por Tom Bennett (que tiene las mejores líneas del film). Martin es uno de los pretendientes que Susan analiza para su hija y su idiotez es tal que cada intervención del personaje es una risa asegurada.
La dirección de arte y la puesta en escena ayudan a componer un fino y ácido retrato de la época (fines del siglo XVIII), en el que las preocupaciones de las mujeres pasaban por casarse y formar familia, en el que se ve claramente la dinámica de la aristocracia británica y cómo la ambición gobierna y maneja las decisiones inmorales de algunos personajes.
En este retrato, los hombres -estúpidos y manipulables- son las piezas de un tablero que manejan las mujeres a su antojo. Y, aunque a veces no todo le sale perfecto, Lady Susan es sin dudas la reina de ese juego.
