Cine Mar del Plata

[MDQFEST] Muchachos atrevidos: Le Garçons Sauvages la mejor del Festival

Por Vanesa Fognani

Nunca es tarde cuando se trata de evidenciar entusiasmo, agrado o alegría ante un evento público, el Mar del Plata Film Fest está terminando y estamos aquí firmes haciendo lo que más nos gusta, ver películas. Las salas de cine repletas evidencian un entusiasmo y éxito que supera cualquier gestión. Los marplatense estan ávidos de ver películas, hablar, polemizar y generar meta discursos: “¿Viste la nueva película de Tamae Garateguy?”, “Decime si no te emocionó el soundtrack de Person To Person”, “¿La de Siono Sono es “tan” buena?, ¿Viste a Vanesa Redgrave?, ¿Volviste a llorar con Camila?, “No llego, en cinco entro a la sala, nos vemos dentro de un rato”, “No te podes perder American Valhalla”, “ ¿Viste que buen mozo  es Rodrigo Guirao Diaz?”, “ La que está ahí no es Leticia Brédice ”, “ Se agotaron las entradas, mecachendié”, “Tomamos un café y me contas que viste”, “ Me quedé dormida con Mariana” estas frases y otras tantas similares, se repitieron incansablemente en cada rincón del festival.

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El radiopasillo, el amiguismo ocasional, los amoríos cinéfilos, las charlas inconmensurables sobre CINE – la mayúscula sostenida delata mi amor inmenso por él-, todo esto, se evidenció y se vivió en el Mar del Plata Film Fest, cuna del folklore de la cinefilia argentina. Y en mi caso particular, apareció LA película que te vuela la cabeza, esa película de la que no podés parar de hablar, de la que no querés dejar de pensar. Esa película que hace que disfrutes de  tu trabajo. Le Garçon Sauvages, opera prima del director francés Bertand Mandico, me remontó en su principio a Lord of the Fly de Henry Hook, un grupo de niños  con sus trajes y corbatitas de colegio inglés. Pero esa fantasía de ver una historia similar se esfumó ya en la primera secuencia.

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Estos cinco muchachitos son perversos, pibes de guita que van por la vida con la impunidad del adolescente atrevido. Mondico comienza la película con una escena de violación, al mejor estilo Clockwork Orange. El surrealismo y el fundido de las imágenes dan batalla en una película onírica, absolutamente erótica, en donde la cuestión de género se convierte en una fantasía lúdica. Esos muchachos andróginos, sensuales, se meten mar a adentro porque quieren llegar a puerto para estar con señoritas. Los «pibes» tienen la idea fija y el director juega con este deseo. Llegan a una isla (de la fantasía), guiados por “El capitán” en donde toman leche de plátanos erectos y penetran con su virilidad púber las plantas con forma de piernas femeninas. El atrevimiento y comportamiento de los jóvenes (las actuaciones son brillantes) se vuelve cada vez más violento y  más sexual.

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Las orgías visuales con un lila intenso se encadenan en cuadros que producen un efecto lisérgico en el espectador. Los insert de cuerpos desnudos, joyas y efectos brillantes juegan con las imágenes en blanco y negro y algunos momentos Technicolor. Los Jovenes Salvajes (así su título en castellano) no nos da respiro, nos lleva de viaje con ellos y eso es mérito de un director atento, desprejuiciado, que coquetea, incluso con el Film Noir. Con un final sorpresivo, y una frase final antológica sobre la banalidad femenina, Le Garçon Sauvage es una película que  moviliza. Ya nos podemos ir tranquilos, pero aún queda mucho por ver y por trasmitir. Que siga el baile se ha dicho.

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Vanesa Fognani

Lic. en Ciencias de la Comunicación, y crítica amateur. Amante de los dramadies ochentosos, decidió hacer de la crítica un hábito y un hobbie para preservar su salud mental. Edita la sección de cine de este portal y antes garabateó en la columna semanal “Jueves de estreno” en el portal de noticias NOTINAC. Ir al cine le salvó la vida.