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Mientras que el pop actual ha vuelto a mirar con cariño al pasado, intentando revivir la golden age de Michael Jackson o Madonna cuando lideraban los charts de Billboard, el synthpop aparece como otra bestia cansada. Un género musical que está necesitando cierta innovación por parte de los artistas que tienen como fin único mantenerse fascinantes y recurrir a él sin cesar. Ejemplo necesario de esta situación es la región escandinava. Cualquiera diría que parece tener el monopolio del synthpop hasta la fecha, por lo que no se inmuta cuando un nuevo advenedizo emerge con pistas pegadizas. Dentro de la camada de artistas nuevas con esa obsesión, o al menos con un apetito voraz por la notoriedad, aparece en el mapa una muchacha llamada Karen Marie Ørsted o, simplemente MØ, cuyo nombre significa «soltera» o «virgen». Una danesa de 25 años con una voz capaz de mantener feliz cualquier visión futurista de la música.
Al igual que sus pares más jóvenes, como Grimes o Lorde, las influencias de Karen Marie conforman una mezcla de sonidos provenientes de la generación que vive por y para Internet. Según explicó en una revista europea, su viaje musical consistió en una infancia llena de pop de Spice Girls, una adolescencia con noise rock de Sonic Youth y, finalmente, el hip-hop de la década pasada. A pesar de que sus influencias son totalmente dispares entre sí, se funde con ellas casi sin problemas y engendran No Mythologies To Follow: un paquete pop con mucho sintetizador bien pulido, así como un magnetismo refrescante y encantador.
Los sonidos hipermodernos que se encuentran en No Mythologies To Follow surgen gracias al productor danés Ronni Vindahl, conocido por ser la mitad del dúo de productores cuya otra mitad es Rhye. Ambos también fueron miembros fundadores del grupo, cuya canción «Tiden Flyver» se utilizó como sample dominante en «Bitch, Don’t Kill My Vibe” de Kendrick Lamar. El hecho de trabajar con MØ implico a Vindahl en enviar los ritmos a Karen y que ella misma colaborara en la parte vocal a través de correos electrónicos -de ida y vuelta- completando cada registro. Ese método funcionó satisfactoriamente en los potentes sintetizadores en «Pilgrim», y las exuberantes guitarras eléctricas programadas en «Maiden».
La relación Vindhahl-Ørsted también provocó el auge de un curso intensivo de ritmos nerviosos y tartamudos en «Glass», con crescendos imponentes y letras concisas que sirven como la mejor introducción a MØ para los no iniciados. Y para los iniciados, encontramos un innegable realidad: «Don’t Wanna Dance». La única especie existente de un género con poca representación en el disco tomado como un todo. Es una canción pop sin sentido. Estribillos de fácil acceso y estructura típica para entrar demagógicamente a los rankings. Pero, no teman. La realidad no es tan decepcionante como parece.
En una parte de No Mythologies To Follow, el optimismo acecha de manera elocuente en “Fire Rides”, “Red In The Grey” y la increíble «Walk This Way«. Por otro lado, encontramos a la sensual y etérea «Slow Love» y el tempo se ralentiza sólo para “Dust Is Gone”, una balada que demuestra la destreza vocal de Ørsted a expensas de la instrumentación. En esencia, funciona como una «Never Wanna Know» versión 3.0, con golpes más pesados direccionados a un plano emocional.
En este último punto, es probable que estén recibiendo la impresión de que No Mythologies To Follow no es precisamente un estudio del minimalismo. La influencia musical de MØ para componer las canciones construye una personalidad más bien descomunal por sí misma en el transcurso del álbum y, al mismo tiempo, termina siendo dos letras en mayúscula. El plus es su voz: herramienta potente y versátil, que expresa esa confusión emocional digna de los veintitantos por la que muchos levantan el dedo índice mandando a todos al carajo. Y aunque no hay duda de que la música de Karen Marie está en consonancia con ciertas tendencias “irreverentes” de la música pop y el synthpop, ella es apenas un embudo de toda esa movida. Se pueden apreciar las sombras de la melancolía de Lana Del Rey, los paisajes sonoros de Twin Shadow, e incluso un gran matiz de Grimes. Tal vez, hay encanto y personalidad en MØ que la separan de la manada. Tal vez, no hay mitologías para seguir en la industria musical. Sólo hay una visión muy singular de una típica estrella del pop poco probable.