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«Why Natalie Portman?» cuestiona un periodista de The Hollywood Reporter a Pablo Larraín, quien no lo deja terminar de formular la pregunta para retrucársela con “Why not Natalie Portman?”.
Todos los demás comunicadores asentimos con aplausos mientras, al mismo tiempo, por dentro nos preguntamos: ¿Cómo logró Natalie una interpretación de Jacqueline Kennedy tan admirable?. O mejor dicho, ¿Cómo logró un director chileno, una película estadounidense tan brillante como Jackie?
Jacqueline Kennedy Onassis fue la esposa de John F. Kennedy y primera dama durante su gobierno desde 1961 hasta 1963, cuando fue asesinado. Siempre fue recordada por haber estado con el entonces presidente en el momento del disparo de ese crucial 22 de noviembre de 1963 en Dallas, Texas.
Su mesura durante y después del controversial y violento asesinato fue admirada históricamente por el mundo entero. Pese a quedar viuda y con dos pequeños hijos, la neoyorquina tuvo la fuerza de encender la llama en la tumba de su esposo en el Cementerio de Arlington, Virginia y edificar su joven familia sola de un instante a otro. A partir de este hecho histórico, su figura se consagró a tal punto que el London Evening Standard publicó “Jacqueline Kennedy ha dado al pueblo estadounidense una cosa que siempre habían deseado: majestuosidad” durante el mes de noviembre del 63. Y su fortaleza fue tan grandiosa que llegó a concederle una entrevista a un periodista para la revista Life, la cual se basó en Los años de Camelot.
“Habrá grandes presidentes de nuevo, pero no habrá un Camelot otra vez” indicó la misma Jacqueline enlazando al presidente demócrata asesinado en 1963 con la maravillosa fortaleza y reinado del mítico rey Arturo. Justamente sobre esta época, y más precisamente en esta conversación, es que se centra Jackie, la esperada película de Pablo Larraín que compite en la Biennale (como una de las favoritas) por el León de Oro de la 73 Mostra Internazionale d’Arte Cinematografica.
El cineasta de 40 años, ganador del Oso de Plata en la Berlinale 2015 por El Club, se le anima a la producción internacional de Hollywood con estos 90 minutos de Jackie. Desde el minuto cero, el primer plano de Natalie Portman encandila Venecia, esta vez no por su belleza y dulzura sino por la conmoción y sufrimiento que transmite en la pantalla grande interpretando a la First Lady.
Sin buscar ser una biopic (ni tampoco lograrlo), el film quiere reflejar no sólo el coraje sino también el legado cultural, preservación de la arquitectura, elegante estilo e inocente sonrisa que la han canonizado como un ícono estadounidense.
Mediante flashbacks que revuelven las heridas de la familia Kennedy durante la misteriosa muerte de JFK, y tratando el mundo de Jackie “por pedazos y no cronológicamente”, Larraín se centra en un personaje femenino que pudo capturar y vencer el presunto “peligro de la humanidad norteamericana” junto al hermano de John, Robert F. Kennedy (Peter Sarsgaard) durante 1963.
El director de Neruda (2016) explicó que, pese a no ser norteamericano y tampoco tener una relación directa con su cultura, parte de su inspiración vino “cuando leyó el informe de la Comisión Warren que describe la muerte del presidente y se percató de que Jackie estaba sentada junto a él». A través de una pulcra fotografía, una documentación verificada y una ambientación perfecta, Jackie se vuelve una suerte de reverencia cinematográfica a esta figura americana.
Sin embargo, esta veneración fue todo un desafío para Portman, quien definió Jackie como el film más peligroso que ha realizado, ya que «todos la conocían, cómo se vestía, cómo caminaba, la comparación me espantaba”. Llegando a sincerarse con los periodistas agregó: “fue aterrador, porque nunca me he considerado una gran imitadora… Yo sólo estaba tratando de lograr algo con lo que la gente pudiera entender el pasado y creer que yo era Jackie, y entonces ahí es cuando siempre pones de vos misma también».
A esta declaración, se le sumó la explicación del realizador quien indicó que, con el fin de capturar la intensidad de su interpretación, la cámara y el equipo tenían que estar siempre muy cerca de la protagonista para así destacar los pequeños detalles de cómo se presenta a sí misma, como la esposa de un político, pero a la vez una mujer sensible con sentimientos de madre y viuda.
Críticos, periodistas, cineastas y espectadores valoraron e idolatraron tanto la actuación de esta actriz de origen israelí, que la intuición no sólo incluye la Copa Volpi del Festival de Venecia sino también un segundo Oscar (después del obtenido en 2011 por El Cisne Negro). Es que, como psicóloga, directora y americana, Portman logra esta relación íntima y estrecha con Jackie, transmitiendo el dolor que sufrió la Primera Dama estadounidense más icónica de la historia durante este trágico momento.
Auspicia la cobertura de La Biennale, Agustin Andrea Agencia Boutique de Viajes.
