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El panoptismo, según Michel Foucault, es una forma de organización del espacio de tal manera que desde el punto de vista de un centro se pueda ver todo sin ser visto: ver todo sin ser visto en relación con seres que son vistos sin ver. El panóptico de Bentham, una utopía nunca realizada, inspiró sin duda la construcción de prisiones y otros lugares de encierro y durante décadas su versión tecnológica fueron los circuitos cerrados de televisión (CCTV); entre fines del siglo XIX y principios del XX la instalación de cámaras de videovigilancia comienza a poblar las calles y espacios públicos de las principales ciudades del mundo, incluida desde luego nuestro Buenos Aires querido, con lo que inadvertidamente nos vamos acercando cada vez más a que el sueño utópico de Bentham se haga realidad.
Ver, observar, clasificar, ordenar, recabar información, controlar, espiar no ya al preso, al trabajador, al enfermo o al alumno sino a todo individuo, a toda hora y en cualquier lugar que se encuentre para que se cumpla el famoso enunciado atribuido al presidente norteamericano Thomas Jefferson: “Eternal vigilance is the price of liberty” (“la eterna vigilancia es el precio de la libertad”).
En el cruce entre la no-ficción y la ficción, la problemática de la vigilancia sistemática sobre los ciudadanos ha sido un tópico que tiene una historia muy conocida en lo que respecta al género reality-show con Gran Hermano y todos sus spin-offs pero también en la producción de series de televisión. Recordemos, por ejemplo, las series The Prisoner (tanto en su versión británica de los ’60 como en la remake norteamericana de 2009) o Persons Unknown (2010) que mostraban y problematizaban la temática de la videovigilancia.
Pero sin duda la temática encuentra su mejor y más actual representación en Person of Interest, la serie de CBS creada, escrita y producida por el gran Jonathan Nolan que comenzó a emitirse en 2011. Se trata de una serie que está entre las más vistas en los Estados Unidos (apenas por debajo de las imbatibles NCIS y CSI), que tiene como protagonistas a Michael Emerson (Lost) y Jim Caviezel (The Prisoner) y que ha sido objeto de múltiples controversias políticas y culturales desde su estreno.
Person of Interest también se destaca por ser una de las pocas series de televisión norteamericanas que hacen una lectura crítica de los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y cuya trama se enmarca en las consecuencias de dicho acontecimiento no sólo en la reformulación de la política exterior de los Estados Unidos sino, particularmente, en los efectos de las Actas Patrióticas sobre la vigilancia interna sobre sus propios ciudadanos en nombre de la Seguridad Nacional. En ese sentido es que la serie muestra su costado más controversial al cuestionar no tanto la necesidad de un sistema de vigilancia total y totalizadora sino más bien que solo sea utilizado para prevenir actos de terrorismo y no delitos y crímenes violentos cotidianos.
En la serie, un genio en computadoras devenido multimillonario, el Señor Finch (Michael Emerson) ha construido una máquina de inteligencia artificial que procesa absolutamente toda la información que es captada por cámaras de videovigilancia en la ciudad de Nueva York y que ha adquirido también la capacidad de monitorear, clasificar y combinar esas imágenes con llamadas telefónicas, SMS, sitios web, y cualquier otro tipo de información guardada en Internet. La Máquina está en condiciones de prevenir o anticipar cualquier tipo de actividad violenta informando el número de la seguridad social de quien será la víctima o el victimario del acto violento; dado que el gobierno solo utiliza esta tecnología para seguridad nacional, el Sr. Finch decide reclutar a un ex agente de la Agencia de Seguridad Nacional, el Señor Reese, para actuar como justicieros en la prevención del delito.
A lo largo de las primeras tres temporadas se va conformando un equipo que actúa exitosamente pero que queda expuesto tanto ante las autoridades gubernamentales como a otros grupos de poder que intentan hacerse con el control de La Máquina. De modo que en términos de su composición la serie combina el procedimental (un caso, un episodio) con una historia de fondo con continuidad episódica (el conflicto entre el grupo de Finch-Reese, las autoridades de la NSA, la corporación multinacional Decima, y un grupo de resistencia armada anti-vigilancia).
La serie tiene acción, teoría de la conspiración, la clásica pareja de justicieros que actúa al margen de la justicia y en la clandestinidad luchando contra el crimen, las maléficas corporaciones empresariales multinacionales que pretenden dominar el mundo, la omnipresente Máquina que rememora en el televidente a Hall-9000 y que mantiene una relación conflictiva con sus creadores humanos, y desde luego la estructura de procedimientos que se repite episodio tras episodio. Si a eso le sumamos no solo las excelentes actuaciones individuales de Emerson y Caviezel sino, más aún, el logrado dúo que ambos conforman en la ficción ya que ambos personajes son complementarios pero, a la vez, contradictorios entre sí y, desde luego, esconden secretos personales que van a ir siendo revelados a lo largo de cada temporada.
También la serie propone tangencialmente algunos problemas ético-culturales tales como cuál es el límite en que la obsesión por la vigilancia ocluye totalmente la libertad individual, la cuestión del Estado de excepción y la relación entre seguridad nacional y seguridad individual en tiempos del neoliberalismo y la sociedad de la información. Las respuestas que ofrece la serie son sin duda controversiales, incluso se podría decir conservadoras, sin embargo su mérito consiste en poner en la agenda pública un problema político que en general queda ocluido por su naturalización como algo tecnológico que, en todo caso, solo tiene consecuencias positivas como el uso de videovigilancia.
En rigor, la serie plantea inteligentemente una serie de interrogantes sobre cómo el panoptismo va reconfigurando nuestras sociedades y nos invita a pensar y reflexionar sobre ello dejando un margen para que el televidente pueda sacar sus propias conclusiones.